Por mucho que el riesgo y los afanes transgresores sean siempre loables, eso no significa que el resultado, en este caso una película sea bueno. No está en mi ánimo el coartar la libertad artística de cada cual pero si de ejercer mi derecho como espectador y desconectar de esta propuesta a los 20 o 30 minutos aproximadamente.
Produce Alex de la Iglesia a quien a su vez produjo en su comienzos Almodovar. De ambos bebe esta sucesión de cortos, no es otra cosa, y para mi particular paladar cinéfilo no son referentes excelsos que digamos. En cualquier caso bastante palos le han llovido ya a Eduardo Casanova con este trabajo que la crítica especializada no acaba de mojarse declarando que es tan malo como parece y que a estas alturas del siglo XXI poco o nada tiene de transgresor.
Las escuelas de cine patrias están llenas de talento esperando la oportunidad de la que ahora goza Eduardo, con ese nutrido grupo de excelentes actores que como buenos profesionales hacen lo que les manden ya sea despelotarse entre colorines y atmósferas  kirsch cutrelux. Todo me recuerda a esos coches tuneados que arman mucho ruido y que pasan de moda y huelen a viejo mucho antes de la primera ITV. 
A la postre lo que más me "escandaliza" son esas reflexiones sesudas que también las hay para justificar la mediocridad en las que algunos se permiten mentar a Lynch y Tod  Browning sin pudor. Dejemos a los genios en paz. Las pieles hay que cazarlas antes de venderlas.

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