Todos conocemos los ingredientes de algunos platos populares millones de veces preparados y degustados, pero no todos somos capaces de prepararlos y mucho menos de que estén en su punto. Es decir que por muy trillado que este un producto hay que saber hacerlo y que funcione. Morning Glory es uno de esos platos. Sencillo, del gusto de la mayoría de los paladares populares y que nos deja satisfechos sin que tengamos que haber utilizado de forma complicada ningún cubierto especial.
Este cuento amable y bienintencionado, entretiene y divierte sin profundizar en nada que no sea el buen rollito entre una blancanieves que tiene que poner orden en la casa de los enanitos catódicos que solo piensan en sacar diamantes de la mina a costa de lo que sea pero que en el fondo son encantadores. Harrison Ford se pone el gorro de Gruñón al servicio del cuento, secundado por Diane Keaton. Todo un lujo. Goldblun últimamente se prodiga poco pero se hace notar y al final todos pasamos un buen rato hasta que lleguemos a casa y conectemos cualquier programa de la telebasura.
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