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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
7
Terror. Comedia Un científico descubre en Skull Island un ejemplar muy extraño de mono rata al que acompaña una terrible maldición, según los nativos. El ejemplar es trasladado a Nueva Zelanda para su estudio. Por otra parte, Lionel es un joven que vive con su insoportable madre, que no aprueba la relación que acaba de comenzar con Paquita, la hija del tendero. Cuando los dos enamorados realizan una visita al zoológico, ella les vigila en secreto, y ... [+]
15 de octubre de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira que casi han pasado 20 años desde aquella tarde en que presencié la mayor animalada de la historia del cine gore, porque aún la recuerdo vívidamente. Fue en los cines Universitat, cuando eran uno de los pocos multisalas (3) de Barcelona; hoy día, si encuentras un cine con una sola pantalla, es que debe estar protegido como patrimonio histórico. En fin, que yo también fui un fan gore adolescente, y hubo una época en la que cualquier cinta de video extrema era ávido manjar para mis enfermizas neuronas.

Que si "Holocausto caníbal", "Nekromantik ", "Historia de Ricky", "Bad Taste"... El director de esta última me llamaba especialmente la atención, ya que era de los pocos que buscaban comicidad en la asquerosidad pustulosa de sus escabrosos films, así que cuando supe que podía ver ¡en pantalla grande! su última gamberrada, no me lo pensé dos veces. Luces fuera.

La madre que me parió. Qué descojone, qué truculencia, qué de tripas, cuánto tomate, por Dios. Y no se engañen, "Braindead" es una historia de amor. El amor de Lionel por Paquita, el amor por el que tendrá que luchar contra la dominación materna para liberarse y poder ser feliz junto a su amada, a modo de terapia extrema: tener que combatir a esa matriarca que monopoliza y devora la vida de su atribulado hijo y que pasa a devorar literalmente toda vida a su alcance, infectando a to quisqui y provocando un pandemonio antropófago en el pueblecillo neozelandés.

El cura karateca, el bebé mutante, la secuencia de la comida con la oreja que cae en las natillas y ese desquiciado tramo final de vísceras y sangrías a tutiplén; puntazos inolvidables para los anales del género. Una gozada sádica repleta de humor negro, una fiesta escatológica que se convirtió en referente y modelo obligatorio para la mayoría de producciones gore posteriores.

Al salir de la sala, había sentada en un rellano una señora mayor mareada, un vómito ¿suyo? decoraba el suelo a 5 metros de distancia, unos salían con una sonrisa de oreja a oreja y otros mudos y blancos como el mármol. A mí me apetecían unas natillas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RandolphCarter
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