Sam Raimi comenzó ‘Evil Dead’ en el terror, de ahí saltó a la comedia gore, y como broche final se paseó por la aventura medieval fantástica con un humor ya totalmente descontrolado, tonto pero divertido. Desde luego todo un ejemplo de cómo hacer secuelas sin caer en la repetición, muy diferentes entre ellas, relacionadas pero a la vez independientes. Digno de alabanza.

En esta ocasión el carismático Ash deja atrás la cabaña para enfrentarse a un ejército de tétricos e hilarantes esqueletos en la época medieval. Castillos, reyes, espadas, armaduras, réplicas zombis, sacos de huesos, algún que otro poseído… Y muchos puñetazos y calaveras voladoras. Un completo disparate, a veces demasiado bufonesco, pero ciertamente entretenido.

Bruce Campbell está más pasado de rosca que nunca. Buena retahíla de frases icónicas. Los efectos especiales y el maquillaje son una delicia artesanal. Épica banda sonora. Funciona, además, como parodia de numerosas películas del fantástico, así como de la propia saga a la que pertenece.

Hay dos finales, uno original que pocos conocerán, y otro que ha prevalecido, consecuencia, como no, de una productora que obligó a cambiarlo para su comercialización, pues el primero le parecía demasiado deprimente. Insto a buscar ese final original, hoy alternativo, me parece mucho mejor.