Media votos
7,5
Votos
312
Críticas
22
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Por Una Solapa:
5
6,3
11.620
Romance. Drama
Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2013
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve algunos problemas con El Imperio de los Sentidos (1976), de algunos me hago responsable yo, de otros responsabilizo al filme. La única actriz de rasgos orientales que me gusta (de hecho, la considero un camión) es Tia Carrere, que a sus ocho años seguramente estaba construyendo castillos de arena en alguna playa de Hawaii mientras Nagisa Ôshima rodaba la obsesión de Sada por los genitales de Kichi-San. Nada le resta más al interés de un espectador heterosexual por una película erótica que su heroína no lo erotice en lo más mínimo. ¿Qué queda? Una película cuyo mayor atractivo -por lo transgresor- son las escenas de sexo explícito (sexo real, subrayo) por las que ha trascendido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lo que hacen estas películas no-pornográficas que se jactan de incluir penetraciones reales, fellatios reales y huevos reales introducidos en vaginas reales es fijar un parámetro de realidad del que ya no se pueden bajar: cualquier acción posterior se medirá con la misma vara de verosimilitud. Las mutilaciones de la insoportable Anticristo de Lars Von Trier consiguen pasar la prueba; las de la ampulosa Calígula de Tinto Brass y -ojo, cuento el final- de El Imperio de los Sentidos no. Y no es que sea un espectador sediento de snuff (todo lo contrario, me revuelve el estómago y creo que tanto sus productores como sus consumidores deberían estar tras las rejas) o de amputaciones ultrarrealistas, sino de coherencia.
Embadurnada en sangre de un color poco creíble y aferrada al pene y los testículos de su amado Kichi-San como si fuesen trofeos, Sada le pone fin a 109 minutos tan exquisitos como aburridos. Punto para Sada.
Embadurnada en sangre de un color poco creíble y aferrada al pene y los testículos de su amado Kichi-San como si fuesen trofeos, Sada le pone fin a 109 minutos tan exquisitos como aburridos. Punto para Sada.