No hay muchas películas españolas que se hayan convertido en pelis de culto fuera de nuestras fronteras. Ésta es una de ellas, y la verdad es que merecidamente, porque para la época en que se estrenó, era bastante completa. Tiene terror (romántico, estilo Edgar Allan Poe, el tipo de terror que sólo asusta a los niños, pero terror al fin y al cabo), tiene erotismo, tiene violaciones, tiene torturas, amputaciones de miembros, sangre,...

Amando Ossorio pilla la época actual, con total libertad para grabar lo que se le antoje y con los medios digitales a su alcance, y hubiese hecho cosas muy buenas. De hecho hay dos cosas que me han llamado la atención del rodaje. Una es que aprovechara el alba para rodar las escenas nocturnas de persecuciones. Aprovecha una luz muy tenue para poder grabar y que se vea todo en pantalla con nitidez. El resultado es totalmente satisfactorio. Otra cosa destacable es cuando en un momento determinado una chica en paños menores arde en un incendio. Lo hace usando la técnica de montar un negativo de un fuego con otro de la chica gritando, y se nota, pero, igualmente, queda bien.

El vestuario de los caballeros y los caballos, la parsimonia con que montan a cámara lenta y las caretas son fabulosos.