Vaya por delante que Orígenes me parece el intento más serio y más esmerado de intentar conciliar, aunque sea en la ficción, la eterna lucha entre lo racional y lo numinoso, entre ciencia y fe. Es de agradecer que el guión se haya tomado la molestia de argumentar y hacer plausible la proposición de fondo de la película: se toma algunas licencias que pueden personarse porque son imprescindibles para hacer avanzar la trama, pero en general se sigue con atención y el trabajo de los actores es correcto. La pega que se le puede poner es que no acaba de conseguir un ritmo homogéneo y podría prescindir de varias escenas redundantes, fracasando quizás en que el el espectador llegue al Gran final y se vea conmovido, o al menos impresionado: más bien se produce cierta admiración y respeto por el abordaje que hace Cahill de un tema tan espinoso. Pero en cualquier caso, Orígenes es una película diferente y muy recomendable para los aficionados al género y a las disquisiciones filosóficas y a lo... intangible.