Una de las películas más importantes de los años 50, un western en apariencia típico pero que, en el fondo, es absolutamente distinto a cualquier otro que hayamos visto antes, y que además contiene una de las declaraciones de amor más intensas jamás filmadas en la historia del cine, se la debemos a la genial escritura de Philip Yordan, cuyo guión en boca de sus protagonistas, una andrógina Joan Crawford y un rudo Sterling Hayden, muestra la irresistible atracción entre los personajes principales de “Johnny Guitar”, una secuencia antológica que no ha pasado desapercibida para otros cineastas como Pedro Almodóvar, quien quiso homenajearla a su manera en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.

Junto a la intensidad de la palabra, “Johnny Guitar” se enriquece con el constante y sugerente juego de miradas, con una puesta en escena prodigiosa y un inteligente uso del color que logra transmitir los estados anímicos, los deseos y los sentimientos de cada uno de los personajes. El encuentro entre dos viejos amantes, Vienna y Johnny Guitar, marca el punto de partida de este legendario film tan rico en ambigüedades y matices. Las sutiles alusiones antimacartistas y el violento ataque contra el puritanismo encarnado en el personaje de Emma (Mercedes McCambridge), una mujer reprimida y envidiosa, provocaron grandes enfrentamientos con la censura y no pocas tensiones durante el rodaje.

A pesar de que desde su estreno, en 1954, “Johnny Guitar” ha sido considerado un western, sería injusto no reconocer que Nicholas Ray logró convertir una película aparentemente de género en una pieza maestra del cine más personal, juzgad vosotros mismos si todavía no la habéis visto, algo que recomiendo encarecidamente. .