Querido espectador, tengo el lujo de darte la bienvenido al mundo de los excesos, al mundo de la lujuria, del dinero y de la codicia, del quiero más, y más, y más, y nunca es suficiente. Ese era el mundo de Jordan Belfort, protagonista en el que está basada la película. Si era capaz de ofrecerte ese mundo al alcance de tu mano, ¿cómo no ibas a invertir en él?

Pasando de puntillas a cualquier crítica de esa sociedad (por otro lado no tan lejana) y por la que ahora pagamos las consecuencias, ‘El lobo de Wall Street’ se centra en mostrar el gran desmadre americano que vivieron Belfort y asociados. Excesos. Mujeres. Drogas. Más mujeres. Y repetir, siempre repetir.

Con cualquier otro director al mando esto se habría convertido en algo así como ‘Resacón 3′ o ‘Juerga hasta el fin’, pero gracias a Dios todavía disfrutamos de Scorsese en toda su gloria y talento (en una de sus mejores cintas de los últimos años, solo superada por ‘Infiltrados’). No le estoy quitando ningún merito a Terence Winter, autor del guión en el que se basa la verdadera historia, pero es que la mano de Martin se nota en cada fotograma que respira DiCaprio.

Y Gracias a Dios también, Scorsese se cruzó en el camino de Leonardo DiCaprio (éramos muchos los que creíamos que iba a ser solo una cara bonita) y ha sabido sacar de él sus mejores trabajos. La paciencia que había que tener ha dado sus frutos señores. Damas y caballeros, DiCaprio nunca ha estado tan bien en una película. Sustenta cada uno de los 179 minutos que dura la función con el carácter y la entrega de un auténtico líder. Es decir, dadle su maldito Oscar. YA.

Rodeado de un atractivo elenco de secundarios entre los que destacan un sorprendente Jonah Hill, Matthew McConaughey (te quedas con ganas de más), Margot Robbie (un descubrimiento) y los casi testimoniales Kyle Chandler, Jean Dujardin, o Jon Favreau; Scorsese hace que fluya la película con una naturalidad abismal. Repito: el invento dura 179 minutos y se me pasaron en un abrir y cerrar de ojos. A más de un blockbuster veraniego le gustaría funcionar igual.

Solo le encuentro una pega y esta se encuentra en su parte final, donde se hace demasiado esquemática. ¡Ojo! Muy lógica, pero esquemática. Nos hubiera gustado algún truco más en la manga, pero inevitablemente la historia y la fiesta tienen que terminar en algún momento para todo el mundo, ya sea más tarde o más temprano. Incluso, para Belfort.

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