Os hubierais descojonado de lo lindo con mi cara al terminar de ver ‘Hereditary’. Os lo aseguro, era todo un poema y creo que hoy, todavía, me dura. Porque si algo consigue esta película es desconcertarte por completo.

No me malinterpretéis, a ver, es cierto que el film está bien y tiene ratos que funciona muy bien, pero más como “¿Qué está pasando?” que en el sentido de “¡Qué miedo me está dando!”.

Ari Aster, que realiza y escribe, mete en una coctelera todos los ingredientes típicos del cine de terror: espiritismo, fantasmas, familia desestructurada, niña desconcertante que da un poco de “cosica” (corta cabezas de palomas por ejemplo). Deja las pistas suficientes como para que todo vaya cuadrando poco a poco y se consolide, más o menos, hacia el final.

Aunque estamos hablando de un film de género terrorífico (que parece que no puede tener buenas interpretaciones) considero que gran parte del funcionamiento de la cinta es gracias a las interpretaciones de su elenco principal, entre las que destaca una desatadísima Toni Collette (que te enchufa cada dos por tres a la película y que logra descolocar por completo cada teoría sobre lo que está sucediendo) y Gabriel Byrne que, puede parecer que simplemente aparece por ahí, pero que tiene un par de escenas en las que se ve realmente la dificultad de su personaje (ese equilibrio sano que intenta dar a su familia).

‘Hereditary’ es, quizás, la película más desconcertante del año. Terror o miedo, en sí, no llega a dar a pesar de que cuente con una atmósfera inquietante y haya un desarrollo lógico en cierta medida.

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