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Zimbabwe Zimbabwe · Sabadell
Voto de ctrlaltsupr:
9
Drama Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2007
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que te sobresaltan, te recorren las venas y que, pasado el tiempo, uno descubre que no volvió a ser del todo el mismo. Esa sospecha tuve cuando terminé de ver “Persona”, tal vez --y únicamente-- el tiempo me la confirme como me ocurrió tras leer “La náusea” de Sartre o las obras de Camus (“El extranjero”, “La caída”, por ejemplo). La verdad es que albergaba la esperanza de no tener que escribir las líneas anteriores, porque los cambios, los replanteamientos de la existencia no son nunca fáciles de digerir, nos creemos invariables, constantes hacia el infinito. Es el precio que pagamos por el arte con sustancia, el verdadero.
En algunas lenguas entre “ser” y “estar” se marca la diferencia con especial ahínco, pero a todos los humanos es transversal la necesidad de cuestionarse si el ser y estar en el mundo es realmente lo mismo o una necesidad de consuelo. Estar estamos todos, pero lo que somos ya no es tan fácil de responder.
Elisabeth, célebre actriz, deja de hablar como si quisiera dejar de actuar y esperar que sea el mundo (Alma, la enfermera que llena los vacíos que Elisabeth abre con su frío silencio) que actúe para ella, aunque a veces la realidad en crudo sea insoportable: un hombre ardiendo a lo bonzo. Ni en esa ocasión a la realidad se llega sin intermediarios, nunca es limpia, sino a través de la televisión, como en esta ocasión. La realidad se nos muestra siempre a través de otros ojos o nosotros la reinterpretamos con los nuestros... Pero Elisabeth fracasa en su intento, no sólo sigue actuando para analizar a Alma, sino que acabará presa de su propia trampa.
Es un juego de infinitos espejos cóncavos de feria, como Bergman insiste en plantearnos metacinematrográficamente incluso rasgando el telón, quemando la propia cinta de la película. Mutuamente, Elisabeth y Alma acabarán confundiéndose, reflejándose y casi autodestruyéndose porque no soportan enfrentarse a sus miserias emocionales personificadas en la otra.
Por otro lado, pocas películas como esta (con una gama fabulosa de grises) sirven mejor para explicar que el B/N no es una falta de colores, sino la mejor manera de relatar determinadas historias.
“Persona”, también etimológicamente, es la máscara que cada cual se construye no sólo para los demás, sino también --y es terrorífico reconocerlo-- para uno mismo. Supongo que Elisabeth, Alma o nosotros no somos de alguna forma los que queríamos ser, los que mostramos al mundo, ni los que creemos ser. De lo que estoy casi seguro es que nadie que vea la película con intensidad y sin prejuicios podrá ser ya indiferente, que es lo peor que se puede ser: nada.

A algunas grandes películas se llega por el azar, a otras por la recomendación de algún amigo con criterio y puntería. Merci Anna.
ctrlaltsupr
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