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Voto de Langfuller:
6
5,6
11.135
Terror
En el mundo actual, los muertos vivientes ocupan una tierra desértica mientras intentan llevar una vida "normal" a las afueras de una ciudad fortificada. En el interior, un puñado de oportunistas sin escrúpulos ha construido una nueva sociedad a la que contemplan desde la altura de un rascacielos. Abajo, en las calles, la gente intenta sobrevivir. Fuera, el ejército de los muertos se acerca. Dentro, reina la anarquía. La supervivencia ... [+]
6 de noviembre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cuarta parte de la saga zombie de Romero revive en el espectador melancólico el recuerdo de las dos primeras, las más vitales y poderosas. La primera por la amenaza totalizadora, el enclaustramiento y el final más desesperanzado de la serie en el que uno podía sentir los ganchos carniceros clavados en el costillar, como una res, como un cadáver. La segunda por ser la más risible, con la inercia y la inepcia de los "apestosos" que, siguiendo unos patrones de conducta residuales, revisitan el centro comercial por haber sido un lugar importante en sus vidas. El desorden y el patetismo de esos cadáveres erráticos tratando de recuperar las rutinas de sus vidas perdidas es uno de los grandes aciertos de la saga. Los espejos cóncavos en los que podemos vernos a nosotros mismos, deformados y grotescos. No queramos ver grandes discursos contra el capitalismo, contra la sociedad de clases o la marginación. Basta con la parodia que iguala en su estupidez a los vivos y a los muertos, hasta el punto completamente insano, en la tercera parte, en el que se debate si reeducarlos e incluso si comérselos. Otro de los méritos de la segunda parte que echo en falta era la bizarría de los protagonistas. La progresiva demencia de Roger (el poli blanco) o la estoica y taciturna figura de Peter (el poli negro) quizá no ganaran nuestra simpatía, pero podían transmitirnos la insania de ese mundo apocalíptico y, en el momento en que no podemos ampararnos detrás de una figura paterna y protectora, la fatal inseguridad de esos personajes. Esa inseguridad puede conducir a una actitud gamberra, desquiciada y cada vez más imprudente como la de Roger o también a la desesperación y a la amenaza del suicidio que planea sobre el antihéroe, que en las películas de Romero, en una nueva inversión de los roles de poder paralela a la de los muertos y los vivos, es siempre un negro. Esta cuarta parte he podido verla con complacencia y sin la inseguridad de las dos primeras. No conserva la desesperación de la primera como tampoco las humoradas o la planificación bizarra de los protagonistas de la segunda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A recordar sólo un detalle de un comienzo que sí merece la pena: la ocurrencia de "enviar unas flores al cementerio" que es como llaman a los fuegos de artificio con cuyo estallido dejan temporalmente embobados a los zombies. Si los racimos y las coronas de flores ocupan un lugar destacado en el culto a los muertos, con estas "flores celestes" se trata de sofocarlos, de detener a los, así llamados, "caminantes". El guionista estaba en buena forma cuando escribio lo que sigue:
-Envia unas flores al cementerio.
-"Flores al cementerio", ¿por qué las llamas así? No lo entiendo. Esas flores no son de las que crecen en el suelo, son flores aéreas, suben hasta el cielo.
-Por eso te aprecio, porque sigues creyendo en el cielo.
Acto seguido otro personaje afirma "Parece que dios ha dejado el teléfono descolgado". El significado de esos fuegos de artificio interrogando a un dios que permanece ausente podría ser una cita de un cine de autor inteligente y existencial del que preferiblemente no daremos nombres para evitar el agravio comparativo. En cualquier caso se trata de una cita aislada y sin continuidad. Lo que esperemos sí la tenga es el cine de zombies de Romero que aun en sus peores momentos resulta sugerente.
-Envia unas flores al cementerio.
-"Flores al cementerio", ¿por qué las llamas así? No lo entiendo. Esas flores no son de las que crecen en el suelo, son flores aéreas, suben hasta el cielo.
-Por eso te aprecio, porque sigues creyendo en el cielo.
Acto seguido otro personaje afirma "Parece que dios ha dejado el teléfono descolgado". El significado de esos fuegos de artificio interrogando a un dios que permanece ausente podría ser una cita de un cine de autor inteligente y existencial del que preferiblemente no daremos nombres para evitar el agravio comparativo. En cualquier caso se trata de una cita aislada y sin continuidad. Lo que esperemos sí la tenga es el cine de zombies de Romero que aun en sus peores momentos resulta sugerente.