Me conquistó en "El cocinero, el ladrón su mujer y su amante", de Greenaway, y en esta película está soberbia. Como siempre. O casi siempre.
Lo que me gusta de Helen Mirren es la enorme capacidad de registros que tiene. La vemos pasando de la rigidez más gélida, a la fragilidad de una cortesana que se ve a si misma enfrentada a una multitud silenciosa con lágrimas en los ojos, delicada y gentil. Eso me gustó. Pero no sé si se parece a Isabel II más allá de la imagen física (que la borda), y me pregunto si quiza, desde el punto de vista político, no será esta película peligrosamente tendenciosa. Explica lo del protocolo, y lo justifica. ¿Habrá Stephen Frears arreglado algún acuerdo con la Casa real para que no se les siga culpando de la muerte de Diana?