No es ni la mitad de buena que “Re-Animator”. Su estructura es casi idéntica y además aquí ya no se ve el factor sorpresa al ser una secuela y encima una secuela tan igual a la primigenia. Quisieron hacer la gracia con la secuela de “La novia de Frankestein” (1935). Lo que pasa es que el trozo de la mujer dispuesta por retales de carne y órganos es pequeño, es al final y no te da para mucho disfrute. La creación del doctor Best supura sangre, tiene mal aspecto y eso es porque no estaba viva minutos antes, pues aquí se hace una valoración nueva que en la primera obra no existe: Crear un nuevo líquido a partir de un ser vivo del Perú (una especie de lagarto Machu Pichu), que da vida a elementos que no estaban conexionados antes. ¡Crea vida nueva! Esto deja al doctor Best con un orgasmo en la cara, pero al doctor Kane (Bruce Abott), con un miedo que le paraliza. Meten a otra chica para el doctor menos raro, una tal Francesca (Fabiana Udeino), pero no tiene el mismo carisma que la anterior Megan de la que usan el corazón para crear a la novia de re-animator. La historia se parece a la antecesora, pero no es igual de buena y eso que la original tampoco era como para crear una tesis doctoral de la misma. Sí que tiene el gusto a lo tétrico de la saga, pero los personajes no te caen igual de bien. Eché de menos a la primera novia de Kane y a su padre que se convierte en el perro del Doctor Hill (David Gale), que además aquí sale como una especie de murciélago con su cabeza. Le doy un 3 y Brian Yuzma ya puede irse a hacer pelis más normales, aunque viendo como fue “Society” (1989), lo mejor es que se acueste en una cama de púas.