La serie tiene un mérito casi inalcanzable. Hay un guionista y un director diferentes prácticamente en cada capítulo, y aun así existe el triunfo. Casi todo aquí es impecable; el guión, la dirección, la fotografía, la música, las actuaciones, la historia en sí y la manera de narrarla. Digo casi todo porque hay una cosa que no es impecable, sino brillante; Wagner Moura, en una de las actuaciones masculinas más carismáticas que recuerdo, y precisamente ese carisma hace que, al menos en mí caso, empatices con el mayor criminal de la historia reciente y en ocasiones desees que la actuación policial/militar no triunfe. La serie nos enseña lo podrido que puede llegar a estar el sistema (aquí el gobierno de un país y la DEA estadounidense) que hace CUALQUIER cosa (matar inocentes, dejar que otros criminales de menos impacto campen a sus anchas, hacer pactos con el 'diablo') simplemente para dar caza a un solo hombre (Pablo Emilio Escobar Gaviria). También nos enseña la frialdad de un capo de la coca, que puede llegar a hacer cualquier cosa por la ambición. Y sin embargo, daría todo por su familia. Lo más importante, la degradación moral del ser humano, de Pablo, de Murphy, del presidente de Colombia y de prácticamente todos los personajes, que son capaces de cualquier cosa por conseguir su objetivo (el fin justifica los medios). Es una crítica poco convencional porque la serie lo es, no destaca por tecnicismos sino por lo que cuenta; y a eso se añade Wagner Moura.