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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
7
Drama Eduardo, un importante ejecutivo, se enamora de Miguel, un atractivo joven de los barrios bajos. Turbios personajes como Rosa, una mujer casada que engaña a su marido con los chicos del barrio, las prostitutas, los chulos, los navajeros, los chantajistas serán determinantes en el destino de los protagonistas. (FILMAFFINITY)
24 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ver y al pensar "Los placeres ocultos", creo que no sólo hay que tener en cuenta el mérito de ser un largometraje que habla abiertamente de la homosexualidad en España, en un momento evidentemente propicio -tras la dictadura franquista, y con las ansias de libertad de los años de la Transición a la democracia- sino que, además, y sobre todo, es un film valiente, sincero, que aborda el tema sin tapujos, maniqueísmos ni autocensuras, y que se constituye como un drama social de gran fuerza, tanto en la dramaturgia y en el guión como en el documento histórico. No hay, pese al contexto histórico ya mencionado, lugar a triunfalismos ni a falsas ilusiones: De la Iglesia viene a decir, desde un punto de vista un tanto desengañado, que los homosexuales en España son y seguirán siendo unos marginados, igual que antes.

Por otro lado, es una obra coherente dentro de la filmografía de su director, en unos años en los que, a menudo, y desde una lucidez social que aún sorprende, su cine entiende las relaciones amorosas y/o sexuales como relaciones de poder: "Nadie oyó gritar" (1973), "Juego de amor prohibido" (1975), "La otra alcoba" (1976), "El diputado" (1979), son ejemplos de ello. Evidentemente la imposibilidad de que la relación entre el personaje de Simón Andreu y el de Tony Fuentes llegue a lo sexual hace que se derive en una gran amistad, pero aquí hay también una fuerte cuestión social, de manera que la relación entre el director de banco y el chico de barrio pobre se entiende desde la lucha de clases, desde la idea de que el rico es el que ejerce el poder de su clase sobre el pobre. Esta relación de poder era ya muy visible en una obra previa como "La otra alcoba", película que se cita aquí a través de la proyección de un cine, y una cita con la que De la Iglesia se concede un sorprendente autohomenaje. Así, se puede decir que el personaje de Amparo Muñoz en "La otra alcoba" se repite en el personaje de Simón Andreu del film que me ocupa ahora.

Con todo, el director de banco interpretado por Andreu es un personaje más simpático, más vulnerable, que trata de formar una familia vicaria con Miguel (Tony Fuentes) y su novia Carmen (Beatriz Rossat), pese a que la presión del ambiente social (personajes como el de Charo López, o el de Ángel Pardo, perfecto en su papel de chapero de barrio) acabe malogrando esta extraña familia, un poco como en la posterior "El diputado". Si "Los placeres ocultos" es una película tan viva hoy día es por cómo se plantean de una forma tan viva y directa contradicciones profundamente humanas, seguramente irresolubles, y que superan el tema estricto de la homosexualidad. De ahí el gran valor de esta cinta.
Pedro Triguero_Lizana
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