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Voto de tiznao:
7
6,0
99
Terror. Thriller. Drama
Ronald, un chico introvertido y de caracter difícil, mata por accidente a una vecina. Su madre, temiendo que lo condenen, lo esconde en una habitación secreta de la casa. Pero la muerte repentina de la madre debido a una complicada operación, hace que Ronald se quede encerrado en la casa. La familia que compra la casa y se instala en ella, ignora que Ronald vive allí, y que su mente enferma trastornará su vida hasta convertirla en una ... [+]
7 de noviembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca mostrándonos a Ronald Wilby (Scott Jacoby), un joven apocado y tímido que vive con su divorciada, dominante y enferma madre (Kim Hunter) que tras ser rechazado por una chica ("- tonto", es su escueta e hiriente respuesta) que estaba en compañía de otros estudiantes en una piscina, al mismo tiempo que estos se burlaban de él, sale corriendo y tropieza con una niña que iba en una bicicleta, respondiendo a los despreciativos insultos y bofetada de esta, con un empujón de resultas del cual la niña da con la cabeza en el canto de una piedra y muere.
2 policías llamando a la puerta de su casa preguntando a la madre por Ronald, este escondido en un cuarto de baño al que se accede por una pequeña trampilla en un estante inferior de la despensa, la madre ideadora (hasta que las cosas se calmen) de ese zulo en el que su hijo estaría a salvo, mintiendo sobre su paradero ayudándose de una nota de despedida de Ronald, y una vecina metomentodo husmeando por los alrededores; la cosa va así tirando hasta que un fatídico día la madre muere en una mesa de operaciones (durante un fundido de paso a publicidad) y el se queda solo en su decorado cubículo (fantasías de un imaginario reino de Atranta pintadas en paredes y techo), y con el conocimiento de los recovecos de esa gran casona por los que se mueve sigilosamente, artes que utiliza pasado un tiempo y con las facultades metales cada vez mas perturbadas por su modo de vida para involucrar a la familia de nuevos propietarios (Dabney Coleman, mujer, y tres hijas adolescentes) de la casa en sus desvaríos (la reticente en principio a vivir en la casa, niña Babs, se convierte en esa princesa imaginada entre las pintadas paredes de su escondite).
Narrada por el artesano Buzz Kulik ("Cazador a sueldo 1980", la última película de Steve McQueen – aquella en la que hacía de caza recompensas – fue uno de sus pocos largometrajes de una carrera con mayoría de trabajos para televisión) en clave de drama edipico con brochazos de inquietante thriller psicológico, y con estructura de canónica película de televisión de esa época dorada para este tipo de films (70 minutos y varios fundidos para dar paso a publicidad), estamos ante una interesante y entretenida función, considerada a día de hoy toda una película de culto, cuya mayor virtud es la inquietante atmósfera que dentro de su modestia y limitaciones televisivas, logra imponer a partir de la llegada a la casa de los nuevos inquilinos, algún que otro plano de fuerte impacto con Ronald de por medio (ese ojo a través de un agujero llenando la pantalla), la sensación de amenaza latente que preside gran parte de la función (la escena en una cena familiar con el hermano de la niña muerta al comienzo que está saliendo con una de las hijas, revelando a la familia los antecedentes de la casa, mientras Ronald oye y ve todo desde detrás de las paredes), la buena banda sonora acentuando el desquicie de Ronald, y el buen trabajo de un Scott Jacoby, que dota a su personaje de una tristeza y desasosiego, que mas que terror acaba dando pena al espectador.
En resumen, buena muestra de aquellas también buenas, y abundantes películas inquietantes rodadas para televisión en los 70, cuyo mayor interés reside en la magnífica atmósfera lograda con tan justitos mimbres en cuanto a presupuesto y aspiraciones, y que a día de hoy merece la pena ver siempre y cuando se valore y respete la propuesta que representa.
2 policías llamando a la puerta de su casa preguntando a la madre por Ronald, este escondido en un cuarto de baño al que se accede por una pequeña trampilla en un estante inferior de la despensa, la madre ideadora (hasta que las cosas se calmen) de ese zulo en el que su hijo estaría a salvo, mintiendo sobre su paradero ayudándose de una nota de despedida de Ronald, y una vecina metomentodo husmeando por los alrededores; la cosa va así tirando hasta que un fatídico día la madre muere en una mesa de operaciones (durante un fundido de paso a publicidad) y el se queda solo en su decorado cubículo (fantasías de un imaginario reino de Atranta pintadas en paredes y techo), y con el conocimiento de los recovecos de esa gran casona por los que se mueve sigilosamente, artes que utiliza pasado un tiempo y con las facultades metales cada vez mas perturbadas por su modo de vida para involucrar a la familia de nuevos propietarios (Dabney Coleman, mujer, y tres hijas adolescentes) de la casa en sus desvaríos (la reticente en principio a vivir en la casa, niña Babs, se convierte en esa princesa imaginada entre las pintadas paredes de su escondite).
Narrada por el artesano Buzz Kulik ("Cazador a sueldo 1980", la última película de Steve McQueen – aquella en la que hacía de caza recompensas – fue uno de sus pocos largometrajes de una carrera con mayoría de trabajos para televisión) en clave de drama edipico con brochazos de inquietante thriller psicológico, y con estructura de canónica película de televisión de esa época dorada para este tipo de films (70 minutos y varios fundidos para dar paso a publicidad), estamos ante una interesante y entretenida función, considerada a día de hoy toda una película de culto, cuya mayor virtud es la inquietante atmósfera que dentro de su modestia y limitaciones televisivas, logra imponer a partir de la llegada a la casa de los nuevos inquilinos, algún que otro plano de fuerte impacto con Ronald de por medio (ese ojo a través de un agujero llenando la pantalla), la sensación de amenaza latente que preside gran parte de la función (la escena en una cena familiar con el hermano de la niña muerta al comienzo que está saliendo con una de las hijas, revelando a la familia los antecedentes de la casa, mientras Ronald oye y ve todo desde detrás de las paredes), la buena banda sonora acentuando el desquicie de Ronald, y el buen trabajo de un Scott Jacoby, que dota a su personaje de una tristeza y desasosiego, que mas que terror acaba dando pena al espectador.
En resumen, buena muestra de aquellas también buenas, y abundantes películas inquietantes rodadas para televisión en los 70, cuyo mayor interés reside en la magnífica atmósfera lograda con tan justitos mimbres en cuanto a presupuesto y aspiraciones, y que a día de hoy merece la pena ver siempre y cuando se valore y respete la propuesta que representa.