Buena interpretación por parte de Matt Damon sobre una historia que nos habla de empresas actuando de mala fe con el fin de fijar los precios de sus productos a escala internacional, muy buena fotografía y ambientación, y poco más.

Es inevitable no establecer comparaciones con otra película de Steven Soderbergh con un cierto aire de familia, "Erin Brockovich 2000", pero lo que aquí tenemos dista mucho en capacidad de entretenimiento de la protagonizada por Julia Roberts; por mucho que he puesto de mi parte para comulgar con esa presunta diversión (llámenme descerebrado y simplón, pero este tipo de humor tan pretendidamente cool me hincha sobremanera los cajones, pues aun reconociendo sus aciertos en algunas escenas, esa autocomplaciente forma de mostrarlo – musiquita incluida - me echa para atrás), que las idas de olla de ese ejecutivo encarnado por Damon, y la incertidumbre y excéntricas situaciones que estas provocan en su contacto con los agentes del FBI (un placer volver a ver a Scott Bakula), apenas me ha arrancado una sonrisa, y en cuanto al aspecto dramático de ese ejecutivo con trastornos bipolares, sus motivaciones y peripecias, pues que quieren que les diga, ni fu, ni fa.

Con su pan se la coman, los compadres Clooney (productor) y Soderbergh, y rendidos admiradores de los mismos, pero en lo que a mí respecta empiezo a estar empachado de tanto envoltorio cool vacío de entretenimiento y aburrido, presente cada vez con más frecuencia en los trabajos con sus nombres en los créditos.