Durante la década de los 70, se realizaron numerosas películas con bastante aceptación por parte de la juventud de la época, de descerebrados psicópatas irrumpiendo en apacibles comunidades rurales, cometiendo todo tipo de atrocidades sobre los pacíficos lugareños y la transformación de estos mientras luchan por sus vidas en terribles ángeles vengadores, de la que por no ser que mecanismos (Domingo Sangriento, Perros de paja o Fin de semana sangriento, son, a mi juicio, superiores) esta que nos ocupa ha quedado como referencia.
Opera prima de Wes Craven rodada con cuatro duros, actuaciones de saldillo, su poco de gore en el que hay que reconocer que no escatima escalofriante, en algunos casos, brutalidad (a la castrante fellatio me remito) y poco más, que a pesar de todo lo anteriormente citado merece un visionado, más que nada por aquello de forjarte un criterio y por ver cómo se las gastaba el bueno de Wes Craven en sus inicios.