"Los Ángeles 19-20/6/79. Piso de los ejecutivos de la 20th Century Fox. Resulta que todavía no hay contactos sustanciales entre los franceses de Gaumont y la Fox. Además, aquí se da por sentado que subiremos un barquito de plástico por una colina en algún estudio de cine, tal vez incluso en un jardín botánico que no esté muy lejos, porque no San Diego, allí hay invernaderos con "buenas" plantas tropicales. He preguntado cuales son entonces las malas plantas tropicales y he agregado que más bien se da por sentado que será un verdadero barco de vapor sobre una montaña de verdad, pero no por una cuestión de realismo sino por la característica estilización de las grandes operas. A partir de ese momento, las palabras cordiales que hemos intercambiado se han cubierto de una fina capa de gélida escarcha".

Este párrafo extraído del comienzo del diario personal escrito por Werner Herzog titulado "Conquista de lo inútil" (Blackie Books), y el prologo en el que de su puño y letra podemos leer: "Estos textos no son un informe de rodaje – este apenas se menciona -, y son un diario solo en el sentido más amplio. Se trata de otra cosa: más bien paisajes interiores, nacidos del delirio de la selva. Pero tampoco de eso estoy seguro", a mi juicio definen de forma exacta el espíritu de la película. Solo un maestro en retratar tipos iluminados persiguiendo un sueño (de esos que en el mejor de los casos bordean la locura desde la raya de lo excéntrico), y cuya personalidad y trayectoria vital no ande muy lejos del mas iluminado de los abundantes ejemplos que podemos ver en prácticamente toda su filmografía, es capaz de hacer fascinante esta historia sobre un inmigrante irlandés (Klaus Kinski) fracasado en negocios varios, amante de la opera, que en un momento de inspiración cree encontrar el negocio que le permita sumar el dinero necesario para construir un teatro de ópera en medio de la selva, y que para ello deberá hacer pasar un barco por encima de una montaña que divide 2 ríos en su trazado más próximo.

Protagonizada por su "enemigo intimo" Klaus Kinski a causa del abandono de su intérprete original, Jason Robards, por su fobia cerval a la selva (hubo que rehacer todas las escenas rodadas) y una esplendida a su madurez Claudia Cardinale, estamos a mi juicio ante la obra más fascinante y personal de Herzog, en la que tanto o más delirante es la firme voluntad de su director en sacar adelante un proyecto contra viento y marea (algo así como su "Apocalipsis Now") que la del personaje retratado, siendo además de todo lo apuntado una muy entretenida función.