Miniserie divida en cuatro capítulos. Una joven que vive sola y con problemas para interconectar con el resto de la gente (socializar) y de sus vecinos (quizá por su obesidad) aparece muerta en la buhardilla de la vecindad en la que vive. Unos nuevos vecinos se están instalando y una molestas goteras les guían hasta el cadáver.

Parece una muerte natural, pero la cabezonería de un policía recién retirado (le asignan el caso pocos días antes de su jubilación) trastoca la vida diaria de sus vecinos (cada cual con sus rarezas y miserias).

A partir de un primer capítulo, más o menos, introductorio, en el que todo transcurre con cierta normalidad, la trama se va complicando y vamos conociendo las miserias de dichos vecinos.
A través de flashbacks y de una música y ambientación melancólica, enigmática, sabemos que la fallecida no pasaba inadvertida para el resto de vecinos, y que no solo la conocían de vista, como admitían en un principio. Hay algo más turbio y oscuro que atañe a todos los vecinos.

Así, el exdetective Harper (excelente David Threlfall) descubrirá que todos ellos, que argumentaban no conocer apenas a la fallecida, sostenían con ella mayores vínculos de los confesados en un principio, que todos tenían motivos para el asesinato y que cada uno de ellos esconde oscuros secretos.

Estamos ante una sóbria puesta en escena, típica de las series de la BBC.

Recomendable