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España España · La Coruña
Voto de lailolai:
10
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
19 de enero de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el inicio de un desenfadado trailer, y hasta el fin de los cortos dos minutos y veintinueve de duración, el bombardeo de secuencias geniales nos expone con descaro todas las intenciones de la nueva película de Martin Scorsese. Lo que no es capaz de mostrarnos, quizá porque no somos capaces de verlo o, sin ir más allá, porque resultaría difícil empaparse de la genialidad de esta obra pasado un escaso porcentaje de la misma, es que estamos topando con el Scorsese más genial.

Que sencillo es colocar una imagen detrás de otra, conformando el vídeo que será colocado entre el anuncio del nuevo champú de Herbal Essence y los conejitos de las pilas Duracell. Para un vídeo es tan sencillo vender mediante imágenes como un broker de Wall Street haría en mitad de una venta. Y para nosotros, consumidores, que fácil es decir que sí, dejarnos convencer por una venta de acciones o, para bien o para mal en mayor medida, por el trailer de una película. Mentiría si dijera que no sentí mariposas en el estómago al ver aparecer a Dicaprio, o que me no fui presa del vértigo al reconocer el nombre del director, o que no me dejé llevar por el entusiasmo al contemplar aquella retahíla de imágenes antecesoras a otra sesión barriobajera del Sálvame Deluxe. Maldito Lobo, ese broker guaperas con demasiada ambición y más labia, me engatusó desde el primer momento. No pude ver el momento de entregar mis datos y cerrar el trato, de dirigirme sin demora a la página del multicines más cercano y clickar cuatro veces en "Comprar entradas online". La segunda parte del trato, y la primordial sin duda, aquella en la que el cliente distingue si ha sido engañada por un estafador malnacido o en efecto ha visto compensada su inversión, la pude llevar a cabo el miércoles siguiente, habiendo escogido para el visionado, como buen inversor que me considero, el día del espectador. Y entré, y pegándose las palomitas a mis zapatos avancé hasta la última sala, y mientras las despegaba entre muecas de asco se sucedieron dos trailers, uno de la última de los Cohen y otro de unos dinosaurios, y entonces empezó la película. Sorpresa: créditos, había terminado. Consulté mi reloj, habían pasado tres horas. No me lo creía, así que pregunté a la chica de al lado, la del gorro con forma de panda. En efecto, habían pasado tres horas. Tres horas de risas descontroladas, a veces culpables, otras gamberras. Tres horas de descontrol, tres horas hipnotizado. Tres horas en las que había resultado imposible aburrirse, agarrar un instante el móvil para atender al último mensaje enviado por tu amigo el de Burgos, tres horas en las que un Martin Scorsese sumido en una especie de estado de gracia nos sumerge en el vertiginoso mundo de Wall Street, sin perder un instante la profundidad, la banalidad, la excentricidad de este mundo que no conocemos. El resultado final es impactante, un film que resulta una completa paradoja. Una historia que se desarrolla por sí misma, una gamberrada autoconsciente que no pierde de vista el drama, que no fuerza las risas o el llanto, sino que los deja ahí, a vista del consumidor. Consumir "El lobo de Wall Street" ha sido un negocio cristalino; sin duda alguna, la mejor compra que he realizado en mi vida.
lailolai
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