Si hay alguna película compleja en el cine y dentro de la filmografía de Bergman, esa es Persona.
Quizás sea la película más polémica de este gran director, para mí es una de sus obras cumbres, aunque este director tiene muchas cumbres.
Persona se adentra como nunca antes lo había hecho Bergman en el alma humana y en su más compleja forma, Persona es el alma humana llevada a la pantalla, es poder plasmar con escenas lo que el ser humano representa.
Bergman consigue una película desigual, extraordinaria, compleja, directa, insegura pero acertada, sin duda es una obra maestra.
Las obsesiones de este personaje, de este ser humano que se plantea la vida, la muerte, y todo lo que se balancea entre las dos, Dios, la sexualidad, el rencor, el odio, la angustia...una serie de sentimientos propios del ser humano.
Bergman sabe llevar todo esto a la pantalla con una historia aparentemente sencilla pero con una introducción y una conclusión que te quitan el aliento.
La introducción a la historia sirve para narrar en pocos minutos de una manera extraordinaria las obsesiones de Bergman, termina con un joven niño que acaricia la pantalla de cine donde aparece la cara de una joven y bella actriz, Liv Ullmann, una actriz que comenzó, y qué comienzo.
La historia de una joven cantante que un día dejó de hablar voluntariamente y la relación con su enfermera será la historia que servirá de marco para la disección de estos dos personajes.
Uno porque habla mucho y el otro porque no habla nada...qué interpretaciones, Liv Ullmann plasma con maestría una de las cosas más difíciles del teatro, eso que llamamos, los monólogos interiores, saber como estar en una situación sin decir nada, que el rostro, la mirada, los labios, los rasgos de tu cara, lo digan todo.
Es fabulosa su interpretación al igual que la querida Bibi, siempre ha sido de esas actrices que me hipnotizaron desde el principio, sus encantos de mujer y su delicadeza han hecho de ella una musa del Bergman.