Después de algunos años de exilio "voluntario" (y forzoso a la vez) , Welles volvía a Hollywood para rodar otro film de los que llevan su sello.

El film, que por temática y puesta en escena se inscribe dentro del género negro, tiene claramente elementos recurrentes típicos del cine de Welles. Después de un inicio donde el director mostró sus excelentes dotes técnicas (un larguísimo y al mismo tiempo complejo plano-secuencia sigue a un coche en el que han colocado un paquete bomba hasta que este explota), la película se centra en la investigación de los hechos en el que sobresalen dos personajes contrapuestos: Vargas (Chartlon Heston) un honrado policía y Quinlan (interpretado por el propio Welles), todo lo contrario que Vargas, un policía corrupto con muchos secretos que ocultar.

Welles, partiendo de la senda marcada por el cine negro, llevó esta historia a su universo particular en el que se dan cita la ambiguedad moral, la amistad traicionada, la tragedia, temas recurrentes en su filmografía. Por otro lado, Welles volvía a mostrar su maestría con su particular puesta en escena, los encuadres, la profundidad de campo y su especial juego de luces y sombras. También se benefició de contar con un excelente reparto de secundarios con Marlene Dietrich (impagable y memorable su interpretación de adivina zíngara), Janet Leight y Akim Tamiroff.

Aunque inicialment el film no gustó nada a los directivos responsables, el film es tan redondo, tiene tantos matices y es tan rico en detalles que el tiempo ha jugado en su favor, estando casi siempre en las listas de las mejores películas de la historia. Y con todo merecimiento.