Después de ofrecernos una obra maestra como Collateral, Michael Mann vuelve a demostrar que es el mejor director de cine de acción de la actualidad. Cierto es que Corrupción en Miami no alcanza la categoría de su predecesora, y yo tampoco la definiría como una película de acción (más bien es un thriller con un par de momentos de acción), pero de lo que no cabe la menor duda es de que es una película excelente. En ningún momento aburre, y las peripecias de Sonny Crockett y Ricardo Tubbs nos obligan a no apartar los ojos de la pantalla. Dando vida a ambos policías aaprecen unos extraordinarios (lo repetiré otra vez: extraordinarios) Colin Farrell y Jamie Foxx, en las mejores interpretaciones que yo les he visto (debo confesar que no he visto Ray). Sin embargo, tal vez he echado en falta algo más de sentimiento por parte de Farrell para transmitir al espectador su dolor por la imposibilidad de que su relación con Isabella (Gong Li, siempre excelente, aunque aquí no pegue mucho en el papel) acabe bien. De Luis Tosar no diré nada, pues el horrible doblaje que le han hecho neutraliza su brevísima interpretación. Por cierto, hablando de acentos, el de Gong Li era de risa también.
Con un clímax final brillante, que sin embargo carece de la tensión del de Collateral, Mann da por concluido su viaje a los infiernos de la ciudad de Miami, que bajo su cámara resulta tan terrible como agradable de contemplar. De la mano de Crockett y Tubbs, éso sí.

Lo mejor: Colin Farrell, Jamie Foxx y la puesta en escena de Michael Mann, así como su guión (ver el ejemplar tratamiento de la historia de amor entre Sonny e Isabella).
Lo peor: Le falta tensión al final y el montaje, que es demasiado atropellado de vez en cuando.