El título de esta crítica cita la letra de "Nuestro amor será leyenda", de Alejandro Sanz, porque esa frase de la canción refleja perfectamente lo que es el núcleo central de la película de David Lowery.
¿Que cuál es el núcleo de la película? El amor incondicional, el que salva distancias, mueve montañas y no solo no se desvanece con el tiempo y la separación física, sino que se hace más fuerte. El amor de Ruth y Bob, los malhadados protagonistas de la película.
En un lugar sin ley (espantoso y telenovelesco título, pardiez...) es una película que merece muchísimo la pena ver. Es de esas que dan gusto por lo bien narradas que están, lo elegantes que son en todo y el enorme poso que deja. Sin ser cursi transpira un romanticismo y una oda al poder del amor mucho más potente que la de todo el cine romántico contemporáneo junto, tiene una fotografía cuidadísima que da al conjunto ese aspecto sucio y de miseria que suele tener el mundo rural y sureño de EEUU en el cine, y sobre todo mezcla entretenimiento con emoción en la historia de Bob, Ruth y cómo son separados por un error durante un pequeño delito que no sale como estaba planeado...
Así, en la historia de este par de Bonnie & Clyde's modernos, hay pasión, hay cierta denuncia, hay espera, hay pausa, hay una narración que avanza con precisión y hay una historia que, siendo muy sencilla, dice mucho con elementos muy básicos. Ayuda la estupenda presencia de Ben Foster (qué mirada tiene...), el esfuerzo de un Casey Affleck muy constreñido por las circunstancias de su personaje, y sobre todo una extraordinaria Rooney Mara que lo dice todo casi sin palabras y lleva la película a cuestas como si fuera otro hijo más, con un dolor, una resignación y una dureza ante la vida que llegan al corazón del espectador.
Un notabilísimo filme a descubrir.

Lo mejor: Rooney Mara, espléndida, el empaque emocional de la historia y el estilo visual (en una palabra, "sureño")
Lo peor: Es quizás demasiado contemplativa a ratos.