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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · Ámsterdam
Voto de loquearde:
9
Drama. Thriller Cuenta la historia de un triángulo amoroso entre un profesor de piano puritano y conservador, su esposa aparentemente ideal y la taciturna sirvienta de la casa. (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele pasar de manera casual que, como espectador, las películas abren una brecha en nuestra cabeza que nos lleva a buscar otras películas que exploran temáticas similares. A mí últimamente me ha pasado con el cine que se adentra en las brechas sociales desde diferentes perspectivas. Ya os hablaba hace poco de las estupendas La mort de Guillem y Harlan County, USA y hoy os traigo una película desconocida para el público occidental pero que gracias a la insistencia de Martin Scorsese y a un fan tan notable como el coreano Bong Joon-ho está experimentando una segunda juventud. Os estoy hablando de The Housemaid, película coreana de 1960 que exploró las diferencias de clase a través de las escaleras de la casa de un matrimonio acomodado con dos hijos y la chica que entra a trabajar para ellos como sirvienta. ¿Os suena?

The Housemaid fue dirigida por Kim Ki-young y fue estrenada en 1960. Su director nació en Pyongyang cuando el país todavía no se había dividido en los dos países actuales. Esta película tuvo éxito en su país en el momento de su estreno, llegando a desatar comparaciones con Buñuel que, en mi opinión, no andan demasiado desencaminadas. Al igual que ocurre en Parásitos, la fuerza motora detrás de la acción de esta película es el conflicto entre dos mundos. Y, para reforzar aún más esa conexión, esos cuatro ejes serían de manera similar a ésta: la vieja y la nueva Corea por una parte, la clase media y la clase baja por otra. El propio Bong Joon-ho ha explicado en varias ocasiones que, de hecho, la mayor inspiración para las escaleras de Parásitos como metáfora física de las clases sociales fue algo que tomó de The Housemaid. Fue un hallazgo visual y narrativo y excelente, tanto que 60 años después nos sigue resultando fascinante.

Llama la atención especialmente que en una sociedad marcadamente tradicional como la coreana pudiese producirse una película como The Housemaid –aunque podríamos decir exactamente lo mismo de Viridiana en la España franquista– en la que el deseo sexual de la sirvienta hacia el padre de familia está en todo momento en el centro de la acción. Es precisamente ese atrevimiento estilístico y temático lo que hace de The Housemaid, 60 años después de su estreno, un visionado que todavía incomoda y que lleva al espectador al límite.

Al igual que en Parásitos, la casa constituye un universo en sí mismo. Pese a que algunos planos de la película ocurren fuera de ella, la mayoría suceden entre esas cuatro paredes. Las relaciones de clase, el choque cultural entre la ciudad y el campo o la hipocresía dentro de la familia se materializan entre la familia y la sirvienta. Como recurso expresivo, sorprende el uso del vestuario de los actores como elemento narrativo. El padre de familia –profesor de piano– siempre elegante y urbano, mientras que la madre viste trajes tradicionales coreanos en todo momento. La sirvienta, conforme avanza la trama, va utilizando cada vez más el negro, hasta que este se convierte en el único color del que viste.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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