Si me preguntaran qué tiene de novedoso Duplicity, yo diría que el tono con que aborda el género de espías. No faltan en ella escenas de gran tensión, traiciones, giros más o menos enrevesados y todo lo que se puede esperar en una película de este género, pero además, Gilroy apuesta por un tono desenfadado, ligero (sin ser banal ni despreocupado), apostando por la diversión. Desde luego, es un cambio muy grande respecto a su anterior película, Michael Clayton, sesuda donde las haya.
Sí, Duplicity es una película divertida, rodada con gracia y viveza, con muchos toques de humor e incluso de slapstick (que no siempre funcionan como debieran). La química entre Clive Owen y Julia Roberts es intermitente, funcionan a ratos. Pero el conjunto es atractivo, no hace que la película depende solamente de ellos dos, y además tenemos a Giamatti y a Wilkinson para salvar la función si hace falta.
Poco más. Si bien no es una película que dejará huella, Duplicity es un digno entretenimiento, sofisticado y divertido a partes iguales, y que deja un buen sabor de boca. Para nada descartable si te gusta el género de espías, aquí tamizado por un humor elegante y una trama bien trazada que engancha.