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Voto de José Barriga:
6
Comedia. Drama. Romance Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2012
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Artist, recurre a representar arquetípicamente y con sumo cuidado del detalle, toda la caracterización y la artesanía de las películas del cine mudo, para contarnos esta historia de cine dentro del cine, rememorando y celebrando —con cognición de la aflicción que puede generar— la cúspide de la genealogía del séptimo arte. Pero no todo es maravilla y encanto en The Artist. La cinta de Hazanavicius, que parte de un guión un tanto superficial, recae en la terrible modalidad del tributo engañoso. Aquel en dónde sólo se puntualizan —con artificio y algo de astucia— los brillos que proyecta la superficie (el envoltorio) de este mundo primitivo. La película se va por el camino más fácil y condescendiente al público por la que fue creada —que sigan lloviendo los premios y los aplausos— y obvia el adentrarse y profundizar en la directriz analítica que demanda el tema. Como por ejemplo, representar con más respeto por la realidad, las miserias del cine mudo hollywoodense (no todo era tan fácil en aquella época, la historia de Peppy Miller es tramposa y nada creíble); analizar y recalcar la caída de la calidad cinematográfica con la aparición del cine sonoro, ya que la calidad visual de las películas en los años 20 (cine mudo) era increíblemente alta, junto a otros factores argumentales que se perciben inconclusos (como la extraña y obsesiva relación entre los protagonistas). Cómo pretexto para enaltecer y copiar la formula grafica del cine mudo, The Artist, es meramente una historia de dos actores cuyas carreras cambia con el auge técnico de la industria. Una película en donde abunda el encanto, el asombro y la magia (aunque en este caso es el truco) y escasea la nostalgia y la melancolía por los años que se fueron. Un tributo con mucho melado y pocos suspiros. Un bonito homenaje visual, con un guión —y un montaje— deficiente y trivial, que debió encarar con valentía e inteligencia, la verdadera naturaleza de aquellos años y aquel remoto mundo artístico. Siempre llevare en mi mente la picardía platónica de lo que puso ser The Artist, y de ese modo me doy cuenta, que la película perdería más de la mitad de su atolondrada audiencia. The Artist es demasiado mansa para mi gusto. Brilla, o consigue brillar de la manera más fácil, gracias al homenaje que plantea. Una película con un argumento pobre y una dirección demasiado corriente y uniforme. Poseedora de buenas actuaciones y una factura técnica de primera. Una cinta muda que convence engañosamente, usando un mínimo porcentaje de la realidad y grandes cantidades de edulcorantes. Fácil de ver (aunque no lo parezca), pero no de olvidar (lamentablemente). Se deja ver. Mientras tanto, me sigo preguntando: ¿cómo sería el resultado si futuras generaciones y civilizaciones plantearan una expresión artística que homenajeara al cine hollywoodense del siglo XXI? ¿Tendría el mismo resultado mediático que The Artist?
José Barriga
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