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España España · Badajoz (Extremadura)
Voto de Guadianalane:
2
Comedia. Drama En 1939, a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el extravagante Guido llega a Arezzo, en la Toscana, con la intención de abrir una librería. Allí conoce a la encantadora Dora y, a pesar de que es la prometida del fascista Rodolfo, se casa con ella y tiene un hijo. Al estallar la guerra, los tres son internados en un campo de exterminio, donde Guido hará lo imposible para hacer creer a su hijo que la terrible ... [+]
28 de agosto de 2013
38 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis, a la par que invadían Europa e incendiaban el Mundo entero provocando el peor conflicto bélico hasta la fecha, aniquilaron la vida de 6.000.000 de personas, mayoritariamente judíos, pero también de otras minorías, así como enfermos mentales, homosexuales, discapacitados...La maquinaria de aniquilación fría, industrial, deshumanizada y genocida se puso en marcha en algunos de los lugares más aterradores de la historia de la Humanidad. Lugares que hoy son y deben ser dolorosas estacas clavadas para siempre en la piel de Europa, en la piel del mundo, que existen aún para gritarnos y hacernos recordar que la historia, aquella terrorífica historia, no debería repetirse nunca más. Nombres como Belzec, Sorbibor, Auschwitz-Birkenau, Chelmo, Madjaneck, Treblinka y otros resuenan vergonzosamente en el eco de la historia. Allí, en esas instalaciones exterminadoras, en esos campos de la muerte, unos verdugos que se creían superiores racial y moralmente al resto pusieron en marcha la peor y más nefasta maquinaria genocida que se recuerda.

Pero todo eso a Roberto Benigni le da igual. Porque para hacer una película sensible y comercial que te dé un óscar está justificado que se pueda hacer una reinterpretación de la historia y convertir un campo de exterminio (no debe emplearse el eufemismo de “campo de concentración”) en una especie de parque temático nazi donde el sufrimiento existe pero está descafeinado, donde el dolor apenas es visible, donde si quieres y lo deseas (ay, ese voluntarismo tan absurdo que nos rodea desde hace tiempo) la realidad atroz, vomitiva, nauseabunda se transforma, gracias a las payasadas del protagonista, en una especie de cuento donde colorín colorado hay una moraleja muy clara: nada ni nadie pueden estropearte tu optimismo y tus ganas de vivir. Un lugar donde los trabajos forzados consisten en llevar un yunque de dibujos animados que debe pesar bien poco. Una especie de campamento de scouts, vaya. Un sitio donde el protagonista, vestido con chaqueta a pesar de vivir en un campo de exterminio, se ríe de sus captores y hace graciosas chanzas sobre ellos en sus propias narices. Un lugar en que la maldad de las SS es de cartón piedra y la imbecilidad de un personaje histriónico y pasado de rosca puede con todo. Si comparamos la cara de bobalicón de Roberto Benigni durante toda la película con los rostros sacados de cualquiera de los prisioneros de un campo de exterminio liberado podremos dar medida de lo que estoy diciendo. Compárese ese sujeto estirado y payasete, que se ríe de todo, con los rostros enjutos, pálidos, cadavéricos, los cuerpos miserables, enfermos llenos de pústulas de los prisioneros de Auschwitz y podremos ver la magnitud del pecado de Benigni.

Pero es que además del punto de vista desenfocado y absurdo que adopta el director, la película es pura basura cinematográfica. El edulcorado mensaje de buenismo tontaina, de ilusión bobalicona esconden una película muy mala. El primer tramo de la misma es una sucesión de gags cómicos de tercera categoría, una manida historia de amor entre un pesado histriónico y una insulsa e imperturbable profesora que no muda el gesto ni cuando le pisan el callo del dedo gordo, mientras él se pasea por toda la ciudad llamándola “princesa” por aquí “princesa” por allá (qué pesadez, qué exceso, cuánta bobería). Por cierto, deberían darle el antióscar, el antigoya, el anticésar o lo que sea a esa actriz (a la sazón esposa de Begnini) llamada Nicoletta Braschi por ser tan mala. Mala no, malísima.

El resto está prácticamente dicho. Una de las bazofias más grandes de la historia. Una película mala (de calidad) y mala (de malvada).
Guadianalane
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