Si antaño era Mel Brooks el baluarte del digamos humor judío, ahora Adam Sandler ha tomado su relevo, y con esta especie de parodia del cine de James Bond aún ha dado un paso más allá. Porque, si antes las películas competían por ver quién hacía un humor más inteligente, ahora en la línea del último cine cómico de Hollywood, tipo caca, culo, pedo, pis, Zohan entra en la disparatada competición de ver quién es más burro, más vulgar y políticamente incorrecto. Y en esa hipotética clasificación Zohan consigue situarse en lo más alto.
Chistes groseros a tutiplén con Adam Sandler luciéndose por delante, paquetón protésico incluído, y por detrás, mostrando nalgas sin el menor pudor aquí y allá a lo largo del metraje. Todo ello, dentro de una historia que mezcla la vieja idea del sueño americano, y las relaciones árabe-israelíes, en un cóctel lleno de paródicas escenas de acción, una ligera historia romántica y mucho sexo con la 3ª edad (sí, yo también aluciné).
Pero, aunque todo lo anterior parecen los ingredientes de una grandísima bazofia, el caso es que misteriosamente el invento funciona a ratos y en mitad del caos de gags, es tanta la artillería empleada que alguno resulta francamente divertido. En gran medida gracias a Adam Sandler que defiende bien su papel, algo que en principio parece indefendible.
Queda claro que para cualquiera con un mínimo de vergüenza ajena y gusto por el humor fino e inteligente, esta película puede herir gravemente su sensibilidad. Aunque, si dejas la vergüenza en la puerta del cine y eres capaz de no tomarte la cosa demasiado en serio y dejarte llevar, hasta puede merecer la pena y echarte unas risas.