Una muy interesante adaptación del personaje del detective creado por Sir Arthur Conan Doyle en el siglo XIX a los nuevos tiempos / gustos cinematográficos del siglo XXI, donde imperan el ruido y los efectos especiales por encima de otros aspectos digamos más formales, como una mayor fidelidad al personaje adaptado.
Esencialmente, la película mantiene el espíritu detectivesco del personaje novelesco después de darle un giro de 180º, sustituyendo la habitual parsimonia del Sherlock original por un detective mucho más movido, que prefiere incluir en su menú del día una buena ensalada de mamporros y un sucio combate de boxeo, antes que el té de las 5 y una partida de ajedrez, si bien mantiene entre otros su inseparable pipa y su afición por los disfraces.
Robert Downey Jr. y Jude Law logran hacer creíbles unos muy distintos a los acostumbrados Holmes y Watson, con un protagonismo en escena casi absoluto de Robert Downey Jr., llenando la pantalla con una brillante interpretación a la altura del grandísimo actor que nos tiene acostumbrado, e igualmente a la altura del famosísimo personaje adaptado.
Dirigiendo el proyecto un Guy Ritchie algo distinto a lo que nos tenía acostumbrado en sus anteriores películas, quizás encorsetado por las exigencias de estar al mando de una superproducción, o por tratarse de una adaptación de época, si bien los elementos claves de su cine con unas elevadas dosis de acción y ritmo narrativo están presentes, así como su gusto por mostrarnos en sus historias los bajos fondos londinenses, en este caso del siglo XIX.
El guión es eficaz en la parte detectivesca y consigue mantener buena parte de la intriga en sus 2 horas de duración, con una intriga esotérica que no dudo de que le sería muy grata al propio Conan Doyle, tan interesado como estuvo el novelista al final de su vida en el esoterismo.
En definitiva, una saludable adaptación de un personaje en una película que se disfruta de principio a fin.