Es muy curiosa esta película porque logra algo que a priori uno lo piensa y parece imposible: es bizarra, erótica y dulce al mismo tiempo. Es una combinación muy explosiva y que parecería bochornosa en un principio. Sin embargo viendo la película y dejándose llevar por la misma -esto último es fundamental-, uno se termina enamorando del film, de Gyllenhaal, de Spader, de todo.

La propuesta es bastante surrealista, más allá de que el sadomasoquismo sea una práctica que se da en nuestra sociedad, pero lo curioso es como Shainberg logra transformarla en comedia romántica. Los personajes terminan por ser creíbles, al igual que las situaciones que experimentan. Maneja muy bien el tempo, el montaje es muy bueno, porque sabe darle al espectador el tiempo para que se encariñe con los personajes y se termine por creer las inverosimilitudes que se le presentan.

Spader es todo un sex symbol con gran carisma. Gyllenhaal además de ser muy linda logra el que quizá sea el mejor papel de su carrera, su evolución está muy lograda, tanto por ella como por el guionista, además de que el vestuario va avanzando progresivamente, Gyllenhaal le va sacando y agregando tics al personaje. Hay un juego muy minucioso entre el director y todos sus colaboradores que, repito lo mismo, logran transformar lo inverosímil en algo normal.

Además es de agradecer que no tenga subtramas innecesarias, va al grano. Quizás descarrile en el final con algunos exabruptos, pero exceptuando ese detalle -menor-, la película siempre se mantiene en su eje.

El humor es fascinante porque no necesita caer en lo paródico para hacerte reír de una situación que no es cómica. Esto es curioso porque no es ni comedia negra, ni parodia, es quizás un poco ácida; pero ni es Tarantino, ni Michael Myers, es muy única en su especie. Yo no conozco otra que se le parezca y por tanto esa es razón más que suficiente para animarse a verla.