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Voto de Chris Jiménez:
8
Terror Continuación de "House of 1000 Corpses". Una historia de asesinatos, locura y venganza. Los Firefly, la familia de homicidas, emprenden una sangrienta huida escapando de un sheriff con sed de venganza. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2017
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Bajo el ardiente sol texano tres individuos cruzan el desierto y las carreteras del país con un objetivo en mente: esconderse, pero liquidando a todo aquél que se cruce en su travesía.
Son los que están alfombrando América de sangre y cuerpos y haciendo temblar a su población en el corazón de los años '70.

Figura extraña y carismática, en el panorama del horror y el "slasher" de comienzos del 2.000 destaca Robert Cummings más que nadie, después de hacer lo propio desde el universo musical como Rob Zombie en la década anterior; un proyecto humilde que nace de una atracción que le habían propuesto llevar a cabo para los estudios Universal es la confirmación de que quiere dedicarse al cine en cuerpo y alma. Y si bien "La Casa de los 1.000 Cadáveres" es recibida con desdén por la crítica, el hombre logra hacer una buena taquilla y ganarse una base de fans.
En LionsGate quieren que haga otra película para ellos, y entonces el nativo de Massachusetts imagina una continuación de su debut, pero puliendo sus aristas y llevando la típica fábula "splatter"/"slasher" a terrenos mucho más serios y menos "comiqueros". Puede ser la frenética escena inicial un perfecto ejemplo de esa perfección que intenta conseguir el incipiente cineasta; "Los Renegados del Diablo" empieza donde terminaba la anterior, con las fuerzas del orden encabezadas por el hermano del asesinado sheriff Wydell persiguiendo a la familia de psicópatas tras fracasar en sus intentos de dar con la pandilla de jóvenes secuestrados.

Zombie eleva su sanguinolenta cruzada a otro nivel; Hooper, Carpenter, Romero y Craven, con todo su mugriento universo de horror a cuestas, son las referencias más notables, pero el film se inclina al "western" y a la "road movie", que con sus entornos saturados de polvo, arena, sudor y moscas remiten a Peckinpah y al Malick de "Malas Tierras". Aquél perfila mucho mejor sus influencias cinematográficas en un cariñoso tributo (el salvaje tiroteo en la casa y la presencia de la matriarca (irreconocible Leslie Easterbrook sustituyendo a Karen Black) no es sino la revisión del enfrentamiento final en la "Bloody Mama" de Corman).
Después de dejarnos sin respiración se inicia la cacería, la del sheriff Wydell tras los supervivientes Otis y "Baby", con la intención de vengar la muerte de su hermano (misma obsesión del policía de Dennis Hopper en la secuela de "La Matanza de Texas"), que es básicamente lo que aporta algo de sustancia argumental a la película. Así ésta se divide en dos partes; por un lado tenemos al personaje de un implacable William Forsythe, muy metido en su papel, quien se ve atormentando por la culpa y al que observamos degenerarse mentalmente hasta ese encuentro fatal entre él y la madre Firefly, un sólido punto de inflexión.

Cruza entonces la línea que le separaba con sus perseguidos de manera irrevocable, transformándose en un asesino para ponerse a su misma altura (quizás ese es el único modo de hacerles frente). Por otra parte seguimos las andanzas de la pareja de hermanos en su esperada reunión con Spaulding; andanzas traducidas en encuentros atroces con inocentes como el que tiene lugar en el motel, y paradigma del ambiente malsano moldeado por el director y su operador Phil Parmet, quien con su estilo documental y los colores oxidados y terrosos que confiere a las imágenes capta de cerca y de la forma más auténtica la visceralidad de las sensaciones.
Sufrimos y nos retorcemos como las víctimas de los Firefly, sucumbimos al dolor, la tortura y la náusea, empezamos a creer que el Diablo puede adoptar formas humanas, y Zombie se regodea en ello cada maldito segundo; pero si en algo acierta es en distanciarse lo máximo posible de toda explicación lógica sobre el comportamiento de los protagonistas. Patty Jenkins humanizó a Aileen Pittman y justificó su reguero de muerte al mostrarnos su doloroso pasado; Zombie no sigue esta repulsiva moda de convertir en víctima a los asesinos, y no hay pasado para sus chiflados psicóticos, ni lo necesitamos, sólo un presente demencial, siendo consciente de que no pueden aspirar a la justificación.

Por tanto, la única justicia aplicable es la condena a muerte (al contrario de la libertad que Stone concedía a Mickey y Mallory Knox); así lo deseamos nosotros y ese sheriff que se vuelve un sanguinario sádico en su búsqueda de venganza; y pese a todo, aun sin apelar a nuestra compasión y en una gran muestra de su genio, Zombie sabe acercarse a la familia y convertirles en humanos a sus ojos. En su viaje a través de una tierra sangrante y polvorienta, da a los hechos cierto cariz de realidad como Hooper, desgrana las anomalías de la sociedad americana desde sus tripas y lo enlaza al ambiente de criminalidad y locura que rebasaba todos los límites en aquellos años '70.
Años de Berkowitz, W. Gacy, Bundy y los asesinatos masivos de Jim Jones y Manson (a quien se le alude bastante; y basta ver el "look" de Bill Moseley); un viaje enloquecido al cual se adereza de buen gusto musical (en especial "rock" sureño, por todas partes) y, en su esfuerzo por quitar hierro al asunto (todo el que puede), de un humor negrísimo, situaciones a cual más delirante, unos diálogos ágiles cargados de malicia y acidez y un buen puñado de referencias cinéfilas (lo que bien liga el estilo del film al de Tarantino y Rodríguez, importantes modelos para Zombie).

Con el carismático Moseley, la explosiva Sheri Zombie y el descacharrante Sid Haig a la cabeza, nos deleitamos con un plantel alocado que cuenta con geniales intervenciones como las de Ken Foree, Danny Trejo, Geoffrey Lewis, Brian Posehn o P.J. Soles...
Y sí, se divaga durante todo su nudo en una orgía de sangre injustificada, mugrienta verborrea y ciertas escenas innecesarias, pero éste no precisa de justificarse como tampoco sus protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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