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Voto de Chris Jiménez:
10
Cine negro. Intriga. Drama Los Ángeles, 1937. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa de Mulwray, el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad, que sospecha que su marido la engaña. Al mismo tiempo, Gittes descubre que los agricultores acusan a Mulwray de corrupción por su negativa a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren. Poco después, el escándalo salta a la prensa, pero la cosa se complica cuando una mujer ... [+]
6 de julio de 2017
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Antes de marchar la mujer le dice al detective que se refugiará en Alameda 17, n.º 12, y le pregunta si conoce la dirección.
Y su mirada lo dice todo; claro que lo sabe, está en Chinatown.

La cámara se aproxima a su rostro con un suave travelling de intención dramática, una lágrima que se desliza por el encuadre...intuye lo que va a ocurrir antes de que nadie se lo diga, y así nosotros; el trágico final está muy cerca. Como cualquier otro género cinematográfico, el "noir" también experimentó sus cambios y vio reinventados sus más primitivos códigos y principios, con los cuales jugaron aquellos conocidos directores de la "nouvelle vague" mientras homenajeaban con cariño su ambientes y atmósferas. Ya entrados los '70 el cine negro perdió "inocencia", ganó dureza, se volvió más sombrío y amargo junto con sus personajes.
Éstos eran víctimas de despiadadas y mordaces descripciones, y cada vez tenían menos cabida los tan manidos finales felices, mientras se hibridaba con nuevas corrientes (como el "blaxploitation", sin ir más lejos). Por las fechas en que aparecieron interesantes títulos de lo que se acabó bautizando "neo-noir", obligados a ser objeto de rescate (como "El Hombre Clave", "Un Largo Adiós" o "Borsalino & Co.", nacía una de las obras imprescindibles del género.

Una obra dispuesta a rendirle un sentido tributo al tiempo que lo arrastraba a sus más viscosos inframundos, y ello lo comenzaría el productor Robert Evans al solicitar los servicios del gran Robert Towne para adaptar "El Gran Gatsby", algo que el autor rechazó, ofreciéndole en su lugar un guión propio, el cual, por mediación de Jack Nicholson, acabaría siendo para el director Roman Polanski, con quien llevaba tiempo deseando trabajar; un Polanski que venía de realizar "What?", seguramente la obra más desconcertante de su carrera, y que se mostró reacio a regresar a EE.UU., teniendo en cuenta que poco tiempo había transcurrido desde el asesinato de su esposa Sharon Tate.
Gracias a Dios aceptó y se puso al frente de esta historia que tiene como escenario a Los Ángeles de los años '30 (el habitual del cine negro) y como motor de sus hechos las famosas Guerras del Agua de California, que enfrentaron a los trabajadores del sector agrario residentes en el valle de Owens con la ciudad por los derechos del agua, y cuyo personaje principal fue el ingeniero jefe del departamento de agua y energía William Mulholland. Los créditos iniciales acompañados de una serenata preciosa y del todo melancólica, que presagia drama ,fatalidades y dolor, ya constituye un homenaje al más puro "noir".

Y su protagonista no es sino una revisión, satírica y algo desmitificadora, de los detectives que lo poblaban, así es J.J. Gittes, que afirma ganarse la vida honradamente aunque ello implique mandar a paseo lidiar con las emociones de sus clientes. Todo empieza con uno de los elementos más viejos del género: el adulterio y los celos, la especialidad de este duro, sagaz y muy oportunista detective privado, quien debe seguir al ingeniero Hollis Mulwray (negativo de Mulholland) por expreso deseo de su esposa, que sospecha de ser engañada.
Pero Towne nos hace caer en la trampa, como a Gittes, y nos demuestra que nada es lo que parece ("seguramente usted cree que sabe lo que lleva entre manos...pero en realidad no lo sabe", se avisará) a raíz de la aparición de Evelyn, verdadera esposa de Mulwray.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Todo ello gracias al nervio y precisión del cineasta, a la brillante partitura de Jerry Goldsmith, a la ambientación, al diseño artístico y a la abrumadoramente bella fotografía de John Alonzo; tras estas virtudes técnicas, la imponente presencia de un rematadamente odioso John Huston y la delicada figura de esa arrebatadora Faye Dunaway. Y sobresaliendo entre todos, donde contamos con la breve aparición del mismo Polanski interpretando a un extraño villano, el desparpajo innato de un Jack Nicholson.
A éste lo veremos en uno de los más memorables papeles de su vida, cuyo personaje "pulp" no es sino un cruce de conocidos detectives, como Sam Spade y Philip Marlowe; los códigos del "noir" no se traicionan, por supuesto, pero éste tampoco se deja dominar por sus convencionalismos, así la creación de Polanski despide un añejo y a la vez renovador aroma por la cual sería nominada a once Oscars (de los cuales sólo se llevó el de Mejor Guión Original) y aplaudida en todo el Mundo.

La intensa intriga inscrita en la mejor tradición del cine negro que es "Chinatown" permanece como una de las cumbres de dicho cine y del cine de su director, cuya influencia ha sido muy importante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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