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Voto de Chris Jiménez:
5
Drama. Romance Dos historias de amor independientes que se desarrollan en el popular barrio turístico de Tsimhatsui, en Hong Kong. La primera describe el fugaz encuentro entre un joven policía en plena crisis amorosa y una misteriosa mujer fatal traficante de drogas. La segunda se centra en el singular romance entre un solitario y sencillo agente de policia y la joven camarera del pobre bar donde aquél suele comer. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se confunden los olores de los fideos picantes de Chengdu y del baijiu con los que desprende la bulliciosa muchedumbre en los pasillos de Chungking Mansions, refugio maloliente, peligroso y encantador de una fauna muy diversa.
Se ahoga uno en ese ambiente de violencia, drogas, sexo, suciedad, confusión y "romances" de una noche.

Es sin embargo uno de los lugares frecuentados por Kar-Wai Wong en sus tiempos de juventud, le fascina el movimiento del lugar, que corresponde a más de diez razas diferentes, y sus clubs nocturnos; allí, y en los concurridos entramados de Lan Kwai Fong, es donde va a filmar un proyecto personal a modo de descanso tras la monumental epopeya "Ashes of Time", cuyo rodaje le ha supuesto un gran desafío. Éste es su tipo de película, que puede abarcar con libertad, que puede escribir un día antes de empezar a filmar, que puede realizar sin pedir permiso a nadie...
Es una oda a Hong Kong y la nostalgia le impulsa, además de la inspiración que le brinda la literatura de Tong-Yi Liu. "Chungking Express" se divide en dos relatos, arraigados al lugar donde se desarrollan, sus olores, sabores y sonidos, a la atmósfera que se respira en ellos. El primero nos adentra en esos laberínticos pasadizos de la "ciudad interior" de Chungking Mansions, y la cámara describe movimientos desquiciados donde se registra un espacio bellamente claustrofóbico; el experimentado Andrew Law comprende cómo captar cada detalle de cada superficie que le brinda el entorno, mientras dos voces nos guían en esta travesía nocturna.

Una es la de Takeshi Kaneshiro, la otra la de Brigitte Lin, veterana actriz que en uno de sus últimos papeles se disfraza un tanto estrafalariamente de "femme fatale", con peluca rubia, gabardina y gafas de sol; su historia es la de una traficante agobiada al fracasar una operación con indios implicados, salpicada de sangre, humo y rincones invasivos. Es la que abre el film y nos zarandea con su ritmo imparable, heredado de los grandes de la acción hongkonesa; sin embargo este pedazo lo comparte Kaneshiro como el adusto policía cuya novia le ha abandonado.
Y se rompe el tiempo, con el que Wong juega a su antojo: estira las narraciones omniscientes, pasa a secuencias más calmadas, la sensación de urgencia e intriga es ahora de melancolía; un melodrama íntimo estancado por la enorme distancia que surge entre el policía y nosotros. Se analizan las rarezas de los individuos, sus miedos y obsesiones, siendo la de la pérdida la más importante; mientras la rubia persigue su seguridad para salvarse el policía lo hace persiguiendo el amor...y da con ella. Hay algo de la pasión por Godard y la melancolía de los relatos de Liu en estos encuentros efímeros que determinan un antes y un después en las existencias y la cotidianeidad.

Nueva escisión. Mismo escenario: el Midnight Express de Lan Kwai Fong como punto final/inicial, y Jinquan Chen encarnando al simpático propietario de manera magistral. La rubia y el policía apenas se han acercado y su experiencia ha sido cortísima, tal vez por falta de tiempo o permiso; Tony Leung es el otro policía, patrullero, y al contrario que sus héroes de acción nunca le vemos pegar un solo tiro, sólo sobreponerse tras la ida de su "affair", una atractiva azafata. Curioso cómo este segundo relato se perfila como el reflejo torcido de la anterior: una pesadilla por un sueño.
Si antes los protagonistas perseguían algo desesperadamente, aquí huyen de ello; se acentúan los diálogos cara a cara sin olvidar los monólogos y tratamientos hacia objetos de íntima afección, cuya presencia, pretendiendo el dramatismo sentimental, es ya irritante. El segundo romance casual se da entre el patrullero y otra chica, empleada de la cafetería-restaurante; eso implica dejar de lado a la explosiva Valerie Chow y dar el protagonismo a Faye Wong, cantante de poca experiencia interpretativa; tras esto la historia, que debería ser compartida entre los personajes, se hace suya por derecho propio.

La razón es que se deja libertad absoluta a la diva del "cantopop", y por culpa de eso, ya anunciado con las secuencias individuales de Leung, "Chungking" termina atascándose; si las manías incomprensibles de los policías distancian al espectador, ella consigue expulsarlo completamente del film por culpa de su personalidad volátil, infantil y cínica, provocando tan desagradable sensación que uno sólo desea agarrarla del cuello y estamparla en el mostrador de la cafetería hasta abrir su cabeza hueca. Su interacción con el policía parece la de una antigua amistad que ha derivado en el apego invasivo; literal, pues se cuela en su apartamento como si tal cosa.
La reacción de él es simplemente increíble y el absurdo se apodera de todo; por tanto esta segunda historia, claramente más leve, se desarrolla de día, contraparte luminoso donde ahora Christopher Doyle (cuya vivienda se convirtió en la de Leung) se ocupa de hacer de los escenarios de interiores de Chungking Mansions y del enorme distrito de Zhonghuan un espacio tangible, realista, cercano, denso y asfixiante, revelándose el gusto de Wong por el neorrealismo más clásico. Todo se siente en el alma, este submundo que se mueve a su ritmo y respira sus propios aromas...

De fondo suena "California Dreamin'", suena mucho, hasta hacer sangrar los oídos, y todo termina sin terminar. Pero "Chungking" se gana el favor del público nativo y es galardonada efusivamente; tiene suerte el de Shanghai pues Tarantino queda fascinado (¿?) con su obra y la promociona en EE.UU., llevándole al estrellato internacional...y todo pese a componer una descompuesta epopeya íntima más placentera en su concepción formal que narrativa.
Los personajes no cuadran de ningún modo, y cada uno estorba en la historia del otro. ¿No sería más acertado que el patrullero compartiese un romance con la rubia y la dependienta chiflada se obsesionara con el policía de las latas de piña? Así y todo, con los pedazos restantes empieza a gestarse "Fallen Angels"...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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