Lo siento Kurosawa pero no puedo consentir semejante desenlace por mucho que te admire. Sé perfectamente que es una adaptación en su totalidad del libro homónimo de Arséniv pero ¿Acaso no merecía un mejor final que la realidad? Dersu Uzala un hombre mimetizado con la naturaleza que les salvo la vida a Arséniv y a sus hombres ¿Porqué no le salvaron la vida también a él? Puede que mis palabras resulten pomposos o palabras apoderadas por el sentimentalismo, pero en el cine la ficción puede transmutar a lo real con tan solo querer que así sea. ¿Recuerdan el final de "Atonement" cuando inventan el final deseado para Robert y Cecilia? Pues es exactamente a lo que me refiero. He de admitir que el personaje de Dersu me ha maravillado y cuando un personaje me maravilla es inadmisible al juicio de todo amante del buen cine que culmine su historia de una forma tan miserable. ¿Porqué no permitieron que vuelva a aquel mundo que tanto amaba? ¿En el cine acaso eso no es posible? Pues bien, ese es el único gran punto desfavorable para esta película a mi opinión. El triste y amargo epílogo.

Por otro lado, en esta película aprendemos a que la muerte caprichosa de un animal puede comportar la falta de alimento, aprendemos a explorar la llanura, los ríos, los pantanos helados, etc. Con Dersu Uzala sabremos que el fuego habla y se queja a través del crepitar de una hoguera, sabremos que cuando los pájaros cantan, se va a producir la salida del sol, y, por lo tanto, se va a apaciguar la tormenta. En definitiva, el cazador pondrá de manifiesto una encomiable actitud altruista, generosa y desinteresada.

Se instaura, por lo tanto, por parte de Kurosawa una dialéctica, entre el campo y la ciudad, y que le posibilitará desarrollar un discurso, en el que se traslucirá el carácter devastador de la civilización y en el que se apuesta, con certeza, la indispensable necesidad de convivir en armonía con la naturaleza. Aunque discursos e ideologías al margen, Dersu Uzala, el cazador debe ser considerada como una verdadera conmoción cinematográfica, atestada de nostalgia y amargura, pero predomina por sobre todo, un homenaje a la amistad entre dos hombres antitéticos. Genuina lección de transigencia y respeto por parte del maestro japonés.