Como en casi todo remake que se hace y después de haber visto la película cabe preguntarse si valía la pena dar una capa de pintura al clásico de John Carpenter. Como no soy de los que están en contra de esta práctica, diré en un principio que siempre se suele aportar alguna novedad significativa y la adaptación a tiempos más modernos en ocasiones logra un clima más naturalizado. No puedo disimular mi temor de que el tal Rob Zombie, se hiciera con las riendas de una película como esta, aunque ha demostrado que sin lugar a dudas es un gran admirador del film de Carpenter y ha mostrado un respeto absoluto a la hora de poner en marcha la película, empezando por conservar el tema musical compuesto por el propio Carpenter y la recreación del pueblo, en la que se ve un escrupuloso entusiasmo por componerlo de manera casi clónica. Quizás sea ese su punto en contra, la película se torna en algunos pasajes demasiado idéntica a su predecesora, por lo que quienes recuerden a Carpenter verán más una copia que una nueva adaptación, en la que incluso incurre en algunas de las lagunas inexplicables que también tenía su homólogo. Sin embargo el film de Zombie, también adquiere fuerza en otros aspectos como en la recreación de acontecimientos que detallan mucho mejor la naturaleza de Michael Myers, el comienzo y la etapa infantil del personaje de la máscara está excelentemente narrado y da un empujón inicial que no rebosa la simpleza de otros remakes, así como el tratamiento y relación que vemos con el médico que lo trata en el Sanatorio en el que pasa sus días. Con todos estos elementos, el film de Zombie se convierte en su mejor película, aunque la más impersonal, una película interesante que ofrece aspectos mejorados con otros un poco alterados para adecuarse a la corriente actual.