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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
1 de julio de 2010
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la tercera vez que veo esta película. La primera porque me encanta el Western y tuve una época, terminando la adolescencia, en que veía todo lo que sonara a caballos. Pero recuerdo que, aquella vez, me hice dos preguntas: ¿cómo es posible que con un pistolero como Tom Doniphon (John Wayne) a quien además respalda ese fortachón llamado Pompey (Woody Strode), él mismo y la gente de Shinbone, se soporte a ese incompetente tarado que tiene de comisario? y ¿Cómo ha de ser, que se va a dar un duelo entre el buenazo de Stoddard y el fanfarrón de Liberty Valance, y el pueblo entero que aprecia al abogado -incluída su enamorada Hallie-, se esconde y lo deja a merced del cobarde asesino? Este grado de absurdo narrativo, lo corroboré tras el segundo visionado del filme algunos años después, cuando además sentí que, la lucha de los más progresistas ciudadanos norteamericanos por avanzar en la conquista del civilizado ejercicio de la ley en contra del imperio del revólver, se veía refutado y en entredicho, cuando algunos de los más acreditados directores de películas como George Marshall, Nicholas Ray o John Ford, entre otros, hacían filmes de gran éxito comercial, cuya tesis básica era esta: “Con los malos lo único que sirve es un balazo”.

Acabando de verla por tercera vez, con el único propósito de escribir sobre lo que me inspira en estos momentos, siento que, “EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE”, es más de lo que ya nos dieron en “Arizona” o “Johnny Guitar”: la historia del buenazo bien intencionado (esta vez el abogado Ransom Stoddard) quien siente que ya es hora de vivir sin el juego infantil y aterrador de las pistolas, pero que pronto se rinde a las tentaciones y termina por enfermarse del síndrome John Wayne: “Sólo se es hombre siendo duro y portando un arma”.

Ford, nos viene entonces con una leve sorpresa que le da un tinte diferente a la historia, pero en nada cambia una tesis reaccionaria que ya ha quedado debidamente plantada.

Como ya es costumbre en Ford, se rescata una atinada fotografía con un perfecto uso de los encuadres emocionales, los contraluces y los claroscuros; se desarrolla con efectividad el triángulo amoroso entre Tom-Hallie-Ransom, donde se dan algunas sutilezas muy bien planteadas; y las actuaciones cumplen con su cometido, pese a que se cuelan algunas caricaturas.

Aquí, otro personaje ha perdido en sus propósitos de búsqueda de la dignidad humana. La deshumanización ha triunfado y las armas siguen siendo la forma expedita para deshacerse de aquellos que transgreden las normas. Pero, dígase lo que se diga, toda sociedad que siga prefiriendo la venganza a la resocialización, es todavía salvaje y primitiva.

Título para Latinoamérica: “UN TIRO EN LA NOCHE”
Luis Guillermo Cardona
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