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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama América, años treinta. Chuck Glover (Montgomery Clift) es un funcionario del Gobierno del Valle del Tennessee, encargado de expropiar las tierras ribereñas, cuyos habitantes sufren con frecuencia los devastadores desbordamientos del río. El objetivo es, además de evitar catástrofes, construir una presa hidroeléctrica que garantice el progreso de la región. Pero ese proyecto exige la demolición de las viviendas de una pequeña población y ... [+]
6 de noviembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los intereses colectivos estarán siempre por encima de los intereses individuales. Esta es ley del derecho y es ley de la vida, y en este filme se aplica con precisión, sin descuidar de ningún modo, el interés por ofrecer la mejor reubicación posible de los afectados, en este caso, los trabajadores afroamericanos de la pequeña isla sobre el río Mississippi, y la señora Garth, la anciana empeñada en evitar el desarraigo hasta donde le alcance la vida.

Una compañía estatal, la TVA, dadas las frecuentes tragedias causadas por los desbordamientos del río Tennessee, ha enviado a Chuck Glover para que convenza a la única persona que se niega a venderle al Estado su propiedad en una pequeña isla en pleno centro del río. Pero, Ella Garth, es una anciana de tan fuertes raíces que ya hasta tiene puesta la lápida donde será enterrada en aquel mismo lugar.

Al tiempo que va estableciendo una afectiva relación con la nieta de la señora Garth, Glover la verá bien difícil para lograr su cometido con la abuela, además de que se verá enfrentado a los propietarios de tierras, cuando por su cuenta decida igualar los salarios de los explotados.

Haciendo la conjunción de dos novelas sobre la vida en el Mississippi, el atinado guionista Paul Osborn (“Madame Curie”, “El despertar”, “Al este del edén”) vuelve a apuntarse otro éxito en su carrera con esta historia que mira con respeto el arraigo a la tierra, pero que como debe ser, elige el camino que más le conviene a una comunidad entera. Porque se comprende la resistencia al cambio, pero esa magnífica metáfora del río salvaje que lo arrasa todo a su paso para forzar la evolución y las mejores condiciones de vida de las minorías, deja bien plantado que también la naturaleza hace su parte para que el progreso social no se detenga bajo ninguna circunstancia.

Elia Kazan logra un filme con marcada fuerza interior y el cambio que se produjo en el personaje de Montgomery Clift –pensado en principio para Marlon Brando como hombre fuerte- siento que benefició al filme en el sentido de que la fortaleza de Chuck es de tipo gandhiano, y demuestra de nuevo que “no son los que tienen la fuerza, sino los que tienen la resistencia los llamados a vencer”.

Por su parte, Lee Remick nunca había lucido más bella y con mayor carisma, como en este rol de Carol, la viuda con dos hijos que, a punto de volver a casarse, de pronto descubre que el amor ha llegado con ese hombre incapaz de ganar una pelea cuerpo a cuerpo, pero capaz de producir fuertes y significativos cambios para toda una sociedad.

Kazan vuelve a lucirse como un excelente director de actores y Jo van Fleet (ganadora del Oscar por su actuación en “Al este del edén”) sigue demostrando lo fácil que le resulta echarse encima el doble de su edad y bordar personajes femeninos del más fuerte carácter.

Creo que “RÍO SALVAJE” corrobora una vez más, que no es inteligente ponerse en contra de los deseos de la naturaleza.
Luis Guillermo Cardona
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