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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Tras ser expulsado de una población acusado de haber provocado un incendio, Ben Quick llega a un pueblo y es contratado por Will Varner, dueño y señor del lugar. Melodrama sureño, basado en relatos de William Faulkner, que permitió a un jovencísimo Paul Newman demostrar que era mucho más que una cara bonita. En efecto, gracias a este papel consiguió ganar el prestigioso premio al mejor actor en el Festival de Cannes. (FILMAFFINITY)
3 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título, “The long, hot summer”, es una variación de The long summer, subtitulo que usara el escritor, William Faulkner, para el tercer libro de su novela, “The Hamlet” (1940), en la cual vuelve a ocuparse de los Snopes, una familia que ya había introducido en, “The Unvanquished” (1938), y que luego aparecería en, “El Pueblo” (1957) y “La Mansión” (1959)

El guion que escribieran, Irving Ravetch y Harriet Frank Jr., toma algunos apartes del cuento, “Barn Burning”, para la escena inicial. De la novela, “Spotted horses”, asume la secuencia de la venta de los caballos, y el resto, retoma elementos de “The Hamlet”, pero, todo ello en una versión muy libre de los guionistas que, estrechamente ligados al director Martin Ritt, querían hacer una película que tuviera su sello personal.

El filme, convierte a los Snopes en los Quick, pero tan solo conoceremos a Ben desde el momento en que es acusado de incendiar un granero en supuesta represalia porque, el dueño de éste, le retuvo a su perro. Una vez más, Ben se ve obligado a recorrer el país en busca de empleo y estabilidad, pero, tendrá que luchar contra el estigma de incendiario que ahora lleva consigo y que se ha propagado como una epidemia.

En Frenchman’s Bend, Ben Quick va a encontrar a la familia más acaudalada de la región, los Varner, y aunque Clara, ‘la solterona’, no lo acoge como deseara, el patriarca Will Varner -que sabe muy bien de su pasado- lo acepta mejor de lo que creía cuando capta el atractivo, el firme carácter y la ambición que posee este muchacho. Para él, resulta el tipo ideal del que quisiera los nietos que tanto ambiciona y que su hijo, Jody, no consigue darle.

Así comienza un sólido drama -no exento de toques de comedia-, donde la prepotencia del padre dejará hondas huellas en unos hijos que luchan por poder ser y en un convidado que aspira a encontrar su propia identidad. Fuertes personalidades saldrán a flote y la historia logra impactarnos con el vigor de los diálogos y con una impecable ambientación filmada en un imponente Cinemascope. El poder, juega aquí en el doble sentido de adquisición material y férrea personalidad, y cada personaje dará lo suyo para merecer una cosa y la otra… o quizás, para perderlas.

Ritt, logró hacerse con un gran reparto -elegido, principalmente, del Actor’s Studio donde también él enseñara-, consiguiendo impactantes actuaciones de Paul Newman, Joanne Woodward, Anthony Franciosa, Lee Remick, y el inconforme Orson Welles, a los que hay que oír con las voces originales para poder captar su calificado brillo interpretativo.

(Cito aquí escena clave) El final, como lo impusieron los productores en contra de los deseos del director, da validez a la frase de Clara: “Los lobos se admiran entre ellos”, pero, Ritt aspiraba a mostrar como todo el poder del mundo no sirve para encontrar la felicidad, cuando los sentimientos no fluyen como debieran. Por eso, aquella reconciliación general luce muy, pero muy ficticia.

Ojalá que, algún día, podamos ver la historia como la concibiera el director.

Título para Latinoamérica: “NOCHE LARGA Y FEBRIL”
Luis Guillermo Cardona
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