¡Hay tantas maneras de tirarse en los hijos (o en los alumnos)! Ignorarlos, subestimarlos, sobreprotegerlos, no expresarles afecto, agredirlos frecuentemente en forma física y/o verbal… o simplemente creer que son un estorbo en nuestras vidas, son caminos seguros para que nos perdamos la alegría de tener a nuestro lado hijos (o discípulos) estructurados, felices y con un buen futuro… y, en cambio, labraremos su desgracia, y de paso, la nuestra.

La dislexia es uno de los muchos males que, por un desorden neurológico congénito o por fallas de índole pedagógica, pueden llegar a sufrir los chicos. Esto les causa discapacidad de escribir o leer correctamente, pues el disléxico ve las letras invertidas como si las observara a través de un espejo, omite o añade letras o sílabas enteras queriendo acertar en la escritura y, al final, crea una confusión que hace imposible que logre una caligrafía correcta. Grandes personajes sufrieron este mismo problema (Da Vinci, Edison, Einstein, Agatha Christie… y gente del cine como Salma Hayek, Tom Cruise o Danny Glover) y ello prueba que grandes talentos se ocultan en lo que, para quienes juzgan a la ligera, pareciera una simple manifestación de incompetencia.

Sobre estos temas se pronuncia esta bella película, y lo hace con profunda sensibilidad, con una historia que conmueve hasta la risa y el llanto, y con plena eficacia pedagógica. Queda firmemente expuesto que, sin amor no hay verdadera profesión; sin vocación sólo pueden darse pasos de ciego; y, sin sabiduría, no seremos guías sino simples aniquiladores de esperanza.

Aamir Khan, actor hindú bastante reconocido por su aparición en filmes como “Tierra”, “Lagaan” o “Fanaa”, entre otros, consigue con “ESTRELLAS EN LA TIERRA... CADA CHICO ES ESPECIAL”, una ejemplar opera prima en la que, su desempeño como actor y director, nos deja bastante satisfechos. Su película apunta a la mente y al corazón, y con la convincente actuación de ese pequeño actor llamado Darsheel Safary, quien recrea a un Ishaan inolvidable, se nos ha metido muy hondo y nos ha devuelto la esperanza en el ejercicio de la docencia. ¿Qué sería de los niños si, en cada escuela, no hubiera uno o dos profesores con alma?

Creo que vale recordar una frase muy sabia que se estructura muy hondo del, por largo tiempo, incomprendido Ishaan:

“Lo que vemos, sentimos que existe. Lo que no podemos ver, sentimos que no existe. Pero, con frecuencia, lo que vemos no es real, y lo que no es visible, es la verdad”.