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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Cine negro. Drama Retrato desolador de la injusticia y el sufrimiento humanos causados por el sistema penal de los Estados Unidos vigente tras la I Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cada prisión que edifican los hombres está construída con los ladrillos de la infamia. Las acciones más viles, como hierbas venenosas, crecen bien en el aire de la cárcel. Allí se marchita y se agota lo que de bueno hay en el hombre” Oscar Wilde

En nombre de la justicia, ¡a cuántos seres humanos se les ha arruinado su vida! En nombre de la ley, ¡cuántos hombres han sido condenados sin haber cometido delito alguno! En nombre del castigo por sus faltas ¡a cuántos hombres se les ha sometido a torturas y a vejámenes más atroces que el mismo delito que pudieron cometer!

Sólo porque no me agradas, sólo porque piensas distinto… o porque llevas un color de piel distinta a la mía. Sólo porque alguien tiene que pagar, sólo porque debemos demostrar que sí castigamos el crimen cometido… o porque si te atrapo voy a ser recompensado, por eso me ensaño contigo y no me importa cuanto sufras, pero yo “gano” con esto. Esta es, en alto grado, la justicia del planeta tierra. Tiene olor a infamia, a atrocidad, a barbarie… ¡y osamos llamarnos países civilizados!

Con esta valiente película, Mervyn LeRoy ha pinchado la herida haciendo un ferviente alegato, intenso y apasionado, contra el sistema penitenciario de la América de principios del siglo XX. Es este un retrato de la invidencia policial, una demostración rotunda del afán de venganza y de la sádica entraña afanosa de castigo para expulsar los odios y los menosprecios.

El filme tiene fuerza, recrea situaciones contundentes, da clara cuenta de la ineficacia del sistema judicial, demuestra paso a paso como se arruina la vida de un hombre que sólo busca la superación y que es capaz de preservarse digno aún bajo presión. Y al final, nos deja una sensación de rabia e inconformidad con todo lo que huela a “justicia”.

Pero, hay que decirlo, es de lamentar que un tipo lúcido como LeRoy -llevado quizás por esa rabia que a veces nos sale desde muy adentro-, haya caído en el rancio esquema de los buenos y los malos, tan sólo invirtiendo aquí los roles. No vemos a un sólo policía bueno, no hay un juez digno, ni un guardian compasivo… Y así no es la realidad, pues el mundo es gris, y tiene a ratos magníficos colores, pero no es blanco y negro como algunos nos lo pintan.

Lo verdadero no es siempre exacto, porque media verdad es cierta, pero no es la verdad completa. Y a este significativo, y sin duda valioso filme, le ha faltado media verdad.

Sólo nos queda desear, que llegue el día en que las cárceles tengan como tarea exclusiva la resocialización. Sólo entonces, la humanidad habrá dado un verdadero paso hacia la vida civilizada.
Luis Guillermo Cardona
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