Cada día y en cada ciudad de nuestro agitado planeta, salen a la calle aquellos instrumentos del universo que cumplen con la función de tentarte, porque la vida espera que elijas de nuevo y que, un día por fin, te decidas por lo que reclama el alma, superando así lo que motiva a tu cuerpo... y las tentaciones -cuando el instrumento es femenino- vienen, con temible e irresistible frecuencia, arropadas con una piel blanca y sonrosada (como la, Lola Lola, de Sternberg); cabellos largos y rubios (como la, Susana, de Buñuel); unos labios provocativos (como la, Cora, de Garnett), unos pies donde cada dedo reluce como una estrella (como la, Lolita, de Kubrick), y una mirada que te saca literalmente de la tierra y te transporta a Venus (como la, Catherine, de Verhoeven).

Un poco de todas ellas, se encuentra en la, Ivy, de Katt Shea Ruben, quien consigue extraer de la joven actriz, Drew Barrymore, una sensualidad que jamás habíamos imaginado. De nuevo, la familia acomodada... el hombre de éxito en los negocios y dueño de una gran casona... una esposa enferma a la que su marido sigue amando sin poder contar con ella para los reclamos de la carne... y una hija frustrada y sin amigos, para quien el tamaño de su vivienda sólo aumenta su soledad.

Un terreno fácil para esta chica sin nombre –llamada, Ivy, por la joven Sylvie, como premonición de la poison ivy (hiedra venenosa) que ha entrado en su casa-, símbolo de la tentación que, día a día, pone en jaque el orden familiar de tantísimas personas.

En el guion escrito por, Andy Ruben y Katt Shea, basados en una historia de Melissa Goddard, a Ivy toda la familia le sirve y con cada miembro expone generosa sus encantos para mantener cada pieza a expensas de sus decisiones y, de ésta manera, se teje un drama pasional donde, sexo y desgracia, vuelven a hacer carrera como tantas otras veces.

Una iluminación colmada de tonos cálidos y de sombras bien ajustadas; una música muy sensual y penetrante compuesta por, David Michael Frank; y un clima de fuerte erotismo manejado con muy buen gusto por su directora, confluyen en una historia envolvente y sugestiva de la que no resulta fácil sustraerse.

La escena de, ¿A quién quiere el perro?, fue un recuerdo tomado de, “The Awful Truth” (Leo McCarey, 1937), y en general, el filme cumple con su misión de ponernos en alerta contra esas provocativas presencias que, cada tanto, aparecen en nuestro camino, y que, de no saber contenerlas, de seguro complacerán nuestros sentidos... pero nos harán, luego, mucho daño… y hasta es posible que destruyan nuestras vidas.

Animarse a ver ésta película, es prueba cierta de que la estás necesitando.

Título para Latinoamérica: NO DESEARÁS LO PROHIBIDO / LA VENENOSA