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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Comedia Cuando la empresa en la que trabaja decide jubilarlo, John Hodges sufre una auténtica conmoción, pues a sus 65 años cree que todavia puede ser util. Además, en su casa nadie se preocupa por él; por otra parte, las tradicionales actividades de las personas de su edad no le gustan. Así las cosas, decide hacerse pasar por Harold Cleveland, un directivo de su empresa, y emprender un viaje de inspección para realizar cambios en una filial. ... [+]
27 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ha vivido de manera activa, positiva y con un alto grado de conciencia, el hombre mayor (en la tercera edad) tiene a su favor un gran bagaje de experiencias, conoce a la gente, intuye, presiente, es perspicaz, inspira confianza, se le respeta… y por todos estos valores, si tiene un aceptable estado de salud, puede desempeñarse con alta eficacia en muchísimas labores: como vendedor, asesor, consultor, tramitador, en el manejo de muchos tipos de máquinas, en la vigilancia, la investigación… y, sobre todo, en cualquier profesión que haya desempeñado a lo largo de su vida, siempre que no haya sido de aquellas que reclaman un alto esfuerzo físico.

Decisión errada en muchos países, que no se tome en cuenta a estas personas que, en algunos casos, son tanto o más activas que muchos jóvenes que, a los 20 años de edad, resultan lamentables con su pasividad y su falta de ideas creativas. Mi conclusión es que, debería evaluarse a cada persona en razón de sus condiciones físicas, su personalidad, sus aptitudes y su disposición anímica, y no por otras cosas.

A sus 65 años, John R. Hodges, es un buen ejemplo del hombre de espíritu que, además de manejar con gran pericia una máquina en Imprentas Acme, también toca la flauta en la sinfónica de su ciudad… y cuando le llega la ocasión, es capaz de demostrar que conoce tanto de economía, y del bien decir, como el mayor experto.

Por esta razón, no comprende que, por seguir las frías normas del Estado, a sus ¡tan sólo 65 años!, se le envíe a casa con el cartel de “Jubilado”, esperando que se vaya a un parque todos los días a chismorrear con los demás viejitos que estorban en la casa. Entonces, a Hodges se le ocurre una loca idea, cuando se entera de que, prácticamente, nadie sabe cómo se llama el presidente de la corporación a la que pertenece la empresa Acme.

En adelante, una fresca, dulce y ejemplarizante comedia va a desenvolverse, con un puñado de personajes muy bien extraídos de la vida real, y es bien probable que cada quien se sienta identificado con alguien, pues, hay aquí personajes tipo de los que siempre se hayan en cualquier empresa.

En todo sentido, <<NUNCA ES TARDE>>, es un filme pensado especialmente para los más mayorcitos, y ésto llevó a que, el grueso del público -menores de 30 años-, lo tuviera bastante relegado… ni siquiera la preciosa, Marilyn Monroe -quien aquí tiene un simpático rol de secretaria-, consiguió animar a los que, prejuiciosamente, piensan que todo lo de los 'viejos' es bastante aburrido.

Pero, ¡hay que ver esa frescura y vitalidad de Monty Woolley, haciendo de las suyas como músico, seductor, estratega… y como “presidente” de ocasión para convencer a los empresarios de que ciertas normas es hora de echarlas al cesto de la basura!, ¡Hay que ver a Constance Bennett (Lucille), sintiendo que todavía es tiempo de recobrar la alegría y de gozarse la vida como es debido!… ¡Y hay que ver a Thelma Ritter (Della), añorando los viejos tiempos cuando se la conocía como, “La Bomba de la Canción”!

Por donde se mire, la historia que escribiera Lamar Trotti, con base en una historia del recordado, Paddy Chayefsky, resulta regocijante y deliciosa; y demostrando que lo aprendió todo en sus tiempos como editor, el director Harmon Jones, da prueba, en su opera prima, de un gran manejo del ritmo cinematográfico, haciendo que su filme pase como un avión de combate bien dispuesto a dar en el blanco.

Para reflexionar, una muy válida pregunta que hace el admirable Hodges:
“¿Crees que lo que haces con tus manos o tu cabeza, te ennoblece?”
Luis Guillermo Cardona
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