Steven Spielberg aseguraba que esta es una película necesaria y que debía hacerse en este momento. Está claro que todos los momentos son propicios para defender la libertad de prensa, pero quizás haya que darle la razón al comprobar como a día de hoy se produce un abuso de poder a todos los niveles por parte de la clase dominante. Así pues, bienvenida sea una película en la que cuesta entrar, si uno no está muy familiarizado con la época y los hechos narrados. La sucesión de personajes y el ritmo frenético de los diálogos dificulta en un principio el correcto seguimiento de la narración, pero una vez asentadas las coordenadas, se puede disfrutar de una historia que va creciendo a medida que avanza el metraje. Narrada con dinamismo, con estructura clásica y cierto sentido de esa aventura que caracteriza el cine de Spielberg, “Los archivos del Pentágono” hace de la valentía y la convicción en contar lo que cuenta señas de identidad de una propuesta que pone las cartas encima de la mesa desde el primer momento. No hay concesiones ni afán por agradar a unos y otros, pero tampoco estamos ante un panfleto progre, pues Spielberg tiene la habilidad de sortearlo insuflando dosis de veracidad y dejando que el retrato de los hechos acontecidos hable por sí solo. No le hace falta mucho más. El carisma de Tom Hanks y Meryl Streep, unido a un buen ramillete de secundarios, se encarga de llevar la nave a buen puerto y de paso regalarnos otra lección de cine de la que uno no solo sale con la satisfacción del fan complacido, si no que también más sabio y más libre.

Lo mejor: el combate vía telefónica que se establece entre partidarios y detractores de la publicación del dossier.

Lo peor: que necesite un segundo visionado para sacarle todo su jugo.