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Voto de Natxo Borràs:
10
Drama Una mujer a la que le ha tocado la lotería se casa con un presunto dentista. El novio abandonado lo acusa de no tener licencia para ejercer como tal. A causa de ello, el matrimonio vive con dificultades, pero la mujer ahorra compulsivamente. Finalmente, la avaricia y los celos desembocarán en tragedia. Existen dos versiones: la censurada, de dos horas y media, y la completa, de cuatro horas. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Años después de haberse merecido un puesto de honor como una promesa en la dirección de los grandes estudios que conformaban ese Hollywood Dorado de los locos años veinte y en que retronaba el cine mudo con una fuerza inquebrantable, el austríaco Eric von Stroheim, que ya había colaborado con D.W. Griffith en esa epopeya del montaje que significó “El Nacimiento de una Nación” (The Birth of a Nation, 1916). Su escalafón profesional le llevó a reportar en la creación de obras maestras con su sello personal y allí están joyas como “Corazón Olvidado” (Blind Husbands, 1919) y “Esposas Frívolas” (Foolish Wives, 1922) para demostrarlo.

Pero paradójicamente es la grandeza de “Greed” que no solo el tiempo le daría la razón encumbrándole como uno de los grandes sabios del Cine sino que también, en su momento, sería el principio de su fin, treinta y cinco años antes de que falleciera en el olvido en una aldea de Francia a la edad de setenta y dos años. “Avaricia” haría honor a su título cuando los directivos de la Metro decidieron dar el tijeretazo a un drama épico que se huele como tal solo viendo a sus protagonistas: desde el bonachón pero a la vez violento McTeague (Gibson Gowland), su tacaña esposa Triana (Zasu Pitts) y el traidor Marcus (Jean Hersholt) cuando su amor no correspondido con Triana le remueve por dentro al enterarse de la fortuna que recibe ella por parte de un boleto premiado de lotería comprado a una zíngara (Dale Fuller) cuyo marido Zwerkow (Cesare Gravina) es un chatarrero obsesionado con encontrar una valerosa vajilla enterrada. Todos huelen el dinero de una fortuna que no va a relucir sino es por el miedo, el engaño y, finalmente el dolor que comporta resistirse a éste (prueba están en el tratamiento del color que hace de las monedas y objetos de oro y con unas alargadas y huesudas manos anónimas amasándolas). Entre personajes también encontramos una amable pareja de ancianos cuya recompensa prevalece en el tiempo, la parsimonia y la paciencia. Toda una lección a la contra del resto de una galería de seres corrompidos por la sed de poseer lo que haga falta y conseguirlo a toda costa.

Desgraciadamente tantas historias paralelas tenían que discurrir a gusto de Stroheim y un público privilegiado que llegó a ver la proyección en Enero de 1924 con las más de nueve horas de metraje y que finalmente hasta otoño del mismo año no se vio otra vez pero con una copia reducida a ciento veinte minutos. Posteriormente se recuperaron negativos y “Greed” llegó a hincharse a las cuatro horas que conocemos hasta hoy. Y como gran obra maestra del cine merece mucho, mucho más. Inolvidable y aleccionadora.
Natxo Borràs
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