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Voto de Natxo Borràs:
8
Aventuras. Drama. Fantástico. Intriga París, años 30. Hugo (Asa Butterfield) es un niño huérfano, relojero y ladrón que vive entre los muros de una ajetreada estación de trenes parisina. Nadie sabe de su existencia hasta que le descubre una excéntrica niña (Chloë Moretz) junto a la que vivirá una increíble aventura... (FILMAFFINITY)
29 de febrero de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el París de entreguerras, un escenario obligado para la retina cinematográfica desde sus inicios, conocemos a Hugo Cabret (Asa Butterfield) hijo huérfano de relojeros y que vagabundea por una Estación de Tren de la capital francesa, escondiéndose entre las paredes y estando al cuidado de la horas de los relojes que avisan de la llegada de los trenes. Hugo conoce bien el ajetreo de los viajeros y de los comerciantes como el viejo Georges (Ben Kingsley), un hombre que quiere olvidar un pasado que le llevó a la ruina y que solamente confía con su ahijada Isabelle (Chlöe Grace Moretz), que se hace amiga de Hugo, al descubrir su pasión por la lectura de Julio Verne y Robin Hood. Pero Hugo tiene guardado un secreto muy especial; un muñeco autómata capaz de dibujar, una vez arreglado su mecanismo interior, un secreto muy bien guardado.

¿Impertinente intromisión de Martin Scorsese al cine… Familiar? Tal vez lo aparenta. Su último trabajo podría haber llevado incluso la firma de Steven Spielberg pero la aguda perspectiva que desarrolla el realizador de “Malas Calles” (Mean Streets, 1973) y “Uno de los Nuestros” (Goodfellas, 1990) sobre su visión del Cine en sus orígenes, que no como un simple término nonato (y de allí el protagonismo crepuscular de Ben Kingsley en su rol de George Méliès), se limita aquí a recrearnos en una épica inventiva sobre la imaginación, la curiosidad y el descubrimiento de joyas perdidad en un pequeño mundo (la estación de tren) con sus particulares habitantes (desde el rígido y lisiado Guardián de la Estación interpretado por un convincente Sacha Baron Cohen). Éste pequeño universo escenificado se va lentamente expandiendo a mayor deleite de los espectadores (desde niños, adultos con corazón de niño y adultos a secas), comprobando que el espectáculo de Scorsese no es nada gratuito, no se deja caer en la noñería, pero que, como ha demostrado en sus últimas películas, la taquilla no le ha ido bien a su favor. La taquilla norteamericana, naturalmente.

Lo Mejor: el despliegue, controlado, de imaginación lo que prueba de lo que un veterano como Scorsese es capaz de moverse bien en cualquier género
Lo Peor: demasiado extensa para el público infantil
Natxo Borràs
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