James Wong (Saw) volvió a retomar el control de la saga que inauguró con aparente decencia y seriedad pero, como las propias consecuencias de la muerte más traumática, perdía su control. Y naturalmente que no lo consigue solamente reduciendo su film al efectismo propio mezclando cine gore y catástrofes. Efectiva fórmula que no perdería el hilo en sus posteriores continuaciones.

Ésta vez unos jóvenes recién graduados del instituto (entre ellos Mary Elizabeth Winstead ejerciendo de heroína, antes de vérselas con Kurt Russell en “Death Proof” (2007) de Quentin Tarantino o haciendo de sufrida hija de Bruce Willis en “La Jungla 4.0” (2007)) se convierten en las potenciales víctimas de una inminente tragedia en el parque de Atracciones donde su principal demanda: una suculenta e imponente montaña rusa invita al descarrile y si se evita a su consecuente y encadenado efecto dominó.

Para disfrutar de un espectáculo digno de un programa de “Jackass” malignamente invertido, con de cortes, salpicaduras y amputaciones. Divertimento digno de un digestivo cine palomitero.