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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama Llegado a Hollywood con la vitola de niño prodigio tras una espectacular carrera teatral en Nueva York, incluyendo su famosa representación radiofónica de "La guerra de los mundos", Orson Welles comienza a rodar su primera película con tan sólo 24 años. Fue una cena en la mansión de Randolph Hearst, durante la cual mantuvo una discusión con el gran magnate, lo que le sirvió de inspiración para esta película. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película producida para la televisión con la firma de la HBO. En la mayoría de países de disfrutó de su pase en las salas. Narra las primeras andanzas profesionales del cineasta Orson Welles y los obstáculos y pleitos que tuvo que superar cuando moldeaba su primer largometraje “Ciudadano Kane”, estrenado en 1941. No solo en concebir la idea, en guionizarla, o pasar los consentimientos de la RKO para que diera luz verde al proyecto le provocaron más de un dolro de cabeza. El relacionar el personaje de Charles Foster Kane con la figura real del magnate de la comunicación William Randolph Hearst (interpretado por un soberbio James Cromwell) estuvo a punto de derribarle.

Ridley y Tony Scott constan como productores ejecutivos de éste curioso y entretenido sinfín de anécdotas y pesares que acabaron por construir una de las obras más importantes de la Historia del Cine. Liev Schreiber interpreta Orson Welles, John Malkovich se mete en el papel del guionista Hermann Mankiewicz y Roy Schreider como el jefe de los estudios en los que el joven director llegará a emprender su gran película. El film también narra la confrontación y discrepancias de estos dos últimos con el orgullo y las ganas de ambición del futuro realizador de clásicos como “El Cuarto Mandamiento” (The Magnificient Ambersons, 1942) y “Sed de Mal” (Touch of Evil, 1956).

Pero el núcleo de “RKO 281” predomina el enfrentamiento de un David contra un Goliat. Dos almas no muy distintas que luchan por poseer el trono. Si uno convierte las ideas en arte, el otro lo controla. Si el director insiste en no tirar la toalla, el poderoso magnate hipotecará su poder con el fin de que nadie entorpezca su dignidad. Renacer y decadencia enfrentados.
Natxo Borràs
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